Si aguantas la respiración una vez en nombre de la paz, todos esperarán que la aguantes para siempre y hasta la muerte si es necesario. Así que no grites, no pierdas la calma, no te impongas a nadie, pero no renuncies nunca a ser quién eres ni a dar tu opinión cuando lo consideres oportuno. Ocupas el mismo lugar en el mundo y en la medicina que todos los demás.
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