Sobre la
sempiterna roca y la húmeda tierra renacen cada año diminutos y tiernos brotes
como muestra del efímero triunfo de Deméter y la dulce primavera, sobre Hades y el
sombrío invierno.
Tan solo son una ilusión, una esperanza que cualquier helada tardía puede arruinar. Pero que si llegan a ser arrullados por los cálidos rayos del sol e irrigados por las suaves lluvias primaverales, presagiarán la llegada de nuevos frutos y semillas que cerrarán, un año más, el eterno ciclo de la vida.
Un ciclo en el que nosotros apenas somos
eslabones, mariposas de un día que sueñan con ser eternas.
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Hierba de las cucharas (Cochlearia danica) |
Publicado por Farela y Balder.
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