Como médico he aprendido muchas
cosas de los seres humanos. He aprendido que no siempre estamos dispuestos a
ser para los demás la persona que deseamos que los demás sean para nosotros. He
aprendido que es sencillo recomendar el perdón como elemento curativo pero muy difícil
perdonar para curarnos a nosotros mismos. He aprendido que muchas mentiras son
tan solo un grito de socorro desesperado, pero que somos sordos cuando el que
nos grita no es un paciente sino un amigo. He aprendido que la vida es más
sencilla y hermosa cuando aprendemos a gritarnos, perdonarnos y ser para
nosotros mismos la persona que desearíamos que fueran los demás.
“Ama y haz lo que quieras” decía San Agustín. En ningún momento dijo que en ese “ama” no estés incluido tú mismo.
Publicado por Farela
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