domingo, 24 de abril de 2022

Ignorantes sin fronteras

          "No hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe". Ray Bradbury

          Parece increíble que en la época en la que más accesibles tenemos la información y el saber, más incultos haya. Cualquiera de nosotros lleva en su bolsillo, dentro de su teléfono móvil, el acceso a todos los conocimientos de la humanidad. Portamos con nosotros más datos, libros y cultura de los que hubo, ya no en la biblioteca de Alejandría, sino en todas las bibliotecas de la antigüedad. A través de nuestros móviles disponemos de tres mil años de historia, de literatura, de ciencia, de técnica, de filosofía, de cultura al fin. Basta con darle a unas teclas y aparecerá toda esa información ante nuestros ojos. Pero lo más triste no es que no aprovechemos y disfrutemos de todo ese conocimiento, sino que en muchos casos lo ignoramos y hasta lo despreciamos.

          Como afirma Pérez-Reverte, con semejante acceso a la cultura, el que hoy en día es analfabeto e inculto lo es porque quiere serlo.

          Pues a pesar de ello, los ignorantes son legión. Hemos creado una sociedad donde no se valora para nada la cultura, la experiencia, ni el saber. Cualquier persona, ya sea tertuliano, influencer o ciudadano de a pie, alardeando de su ignorancia y de su estulticia, pretende discutir y rebatirle los argumentos a cualquier experto en un tema, alegando que su opinión vale tanto como los conocimientos, los datos científicos, y la experiencia acumulada por las diferentes ramas del saber a lo largo de toda la historia de la humanidad. Porque para gran parte de la población, por una falsa noción de lo que significa la democracia, cualquier opinión es válida y respetable, aunque se emita sin el más mínimo conocimiento sobre cualquier tema, y lo es tanto como aquellas que están basadas en datos reales, en la ciencia, o en la razón. Y no, no todas las opiniones son respetables por muchos seguidores que tenga el opinante en las redes sociales, aunque al parecer hoy en día no sea políticamente correcto realizar esta afirmación.

          Lo más triste es que como todos esos individuos han despreciado y renunciado a usar las armas del conocimiento y del acceso a la cultura que evitarían que cualquiera pudiera manipularlos, eso mismo es lo que les sucede, que se dejan manipular por cualquiera.

          Se le atribuye a Einstein la frase: “Todo aquello que el hombre ignora no existe para él. Por eso el universo de cada uno se resume al tamaño de su saber”. Y un hombre que ignora mucho, pero que se guía por sus opiniones de ignorante, o por las de cualquier otro que lo manipule, hasta hacerse fanático de ellas, puede acabar siendo inquisidor de todo aquello que no conoce o que no entiende. Y en ello andamos.

          Porque toda esa legión de ignorantes, generosos con la humanidad, han decidido ofrecernos sus opiniones, ilustrarnos y evangelizarnos con su estulticia, cual apóstoles de una nueva religión. Y al igual que los médicos sin fronteras, los payasos sin fronteras, o los reporteros sin fronteras, pretenden aportar respectivamente la sanidad, el humor o la libertad de prensa cuando carecen de ellas alguna parte del mundo, sobre todo ante grandes desastres, el altruismo de los ignorantes sin fronteras les incita a trasmitir su ignorancia al resto de la humanidad. Y diariamente nos acosan desde las tertulias, desde los canales informativos y sobre todo desde las redes sociales, pretendiendo convencernos de que sus opiniones y sus sentimientos son los únicos válidos y verdaderos, y así apartarnos y protegernos de tres mil años de humanidades, de método científico y de metafísica. Y pretenden persuadirnos basándose en cualquier vídeo-conferencia de YouTube, o en cualquier articulo seudocientífico que no resiste el más elemental análisis racional, pero que debemos de aceptar porque es lo que ellos opinan, lo que ellos sienten, lo que ellos creen, y en definitiva porque ellos lo valen.

          Y aunque las causas del resurgimiento de esta sociedad de ignorantes sin fronteras que pretenden salvarnos al resto de los “peligros” de la ciencia y de la razón son variadas y complejas, no hay que quitarles el mérito, ni su importante parte de culpa, a los sucesivos gobiernos en general y a los ministros de educación en particular que hemos padecido en los últimos decenios. Porque todos estos gobiernos y ministros han ido desmantelando poco a poco el sistema educativo, y con la excusa de acabar con el fracaso escolar han ido igualando a la baja la educación, han intentado eliminar toda recompensa por el esfuerzo y han pretendido fomentar la mediocridad y la molicie. Han sido políticos analfabetos que pretendiendo, en el mejor de los casos, “modernizar” el sistema educativo, y en el peor, crear una sociedad de ciudadanos fácilmente manejables, les han quitado a las nuevas generaciones sus raíces, la información necesaria para entender la ciencia y el mundo en el que vivimos, los datos necesarios para comprender que somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos y sobre todo y lo más importante, les han arrebatado el espíritu crítico. Con la excusa de simplificar y facilitar las materias y los conceptos, lo que han conseguido ha sido demoler la enseñanza y la cultura de varias generaciones. Y si a una persona le quitas todo eso, se creerá cualquier cosa que le cuente un influencer, un demagogo, un gurú, o un político sin escrúpulos.

          Porque como decía anteriormente, si no disponemos de una formación integral, de unos conocimientos básicos y de una información veraz, cualquier desaprensivo nos podrá llevar al huerto, mientras que con ellos, con una buena educación y cultura, poseeremos las armas necesarias para comprender y para defendernos de las falsedades y de las demagogias de cualquier manipulador.

          Pero esto, como tantas otras cosas, no es patrimonio exclusivo de nuestro país, pues en mayor o menor medida la ignorancia cabalga por Europa cual quinto jinete del apocalipsis, y aun por delante de sus cuatro hermanos, allanándoles el camino. Pues no hay mejor terreno para que crezcan y se desarrollen la guerra, la peste, el hambre y hasta la muerte, que el abonado por la ignorancia.


Publicado por Balder

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