domingo, 6 de febrero de 2022

Sobre Eurovisión y Eurovisivos, Jueces expertos y Jueces populares.

          Ojo spoiler: este texto puede herir susceptibilidades pero está escrito sin ánimo de ofender y desde luego sin ninguna connotación despectiva hacia personas o culturas.

        Yo soy gallega, no es ningún secreto, celtimora en el sentido más estricto. Tampoco es ningún secreto entre los que me conocen que mi capacidad musical es bastante limitada, de hecho si no me hubiesen realizado varias RNM, creería firmemente que mi aparato auditivo posee una variante anatómica de la normalidad y está constituido exclusivamente por un cilindro que va de oreja a oreja, una membrana a cada lado y las conexiones neuronales justas para comunicarme y disfrutar de la música sin llegar a comprenderla del todo.

          A pesar de ello voy a intentar hacer una crítica musical. ¿Por qué? Porque me apetece y porque creo que el arte, y para mí la música es arte, no solo puede y debe ser juzgado y criticado desde el punto de vista de los “expertos”, sino también desde el humilde punto de vista de sus consumidores, de los degustadores con un paladar más o menos exquisito o educado, pero paladar a fin de cuentas. Y qué caramba, porque si me desayuno todos los días con tertulianos desinformados que opinan de lo mío sin ningún conocimiento, pues yo también puedo darme el gusto por un día de opinar de lo de los demás.

          Me gusta mucho la historia y me encanta la antropología social, comprender porque las cosas son como son y como están marcadas las circunstancias de los seres humanos por su entorno y el entorno por las circunstancias de los seres que lo habitan.

          Podría parecer que como gallega mi visión de esta edición de Eurovisión y la preselección desde España esté parcializada hacia Tanxugueiras. Nada más lejos de la realidad. Nunca me han gustado las cantareiras ni las pandereteiras. Me pasa con ellas como con el flamenco: me considero totalmente incapacitada para entender su vocalización, y el tono que emplean al cantar me resulta con frecuencia un sonido agudo, estridente y ofensivo para mis oídos (reclutamiento creo que le llaman los Otorrinolaringólogos a este problema que, simplificando mucho, supone que un sonido pase de ser grato a doloroso).

          Y hablando de flamenco…

          No deja de ser curioso que ambos se basen en distintos tipos de elementos guturales que rozan el “grito”, y la percusión en sus distintas manifestaciones. Alalas, aturuxos, panderetas, palmas, taconeos, castañuelas y cascabeles, elementos presentes en todas las culturas que en el mundo son, quizá porque no dejan de ser los elementos naturales con los que contamos desde el origen de los tiempos para producir sonidos y expresiones musicales. Tampoco, y quiero decir esto con humor y fuera de extrañas connotaciones, deja de ser curioso que el flamenco llame “palos” a sus distintas manifestaciones cuando para oídos primitivos como el mio, tanto las cantareiras como el flamenco como otras muchas manifestaciones musicales “tribales” y ancladas en el principio de los tiempos son una sucesión de dolorosos “ayyyyeeessss” más o menos armónicos y/o armonizados por la madurez evolutiva de sus representantes.

          ¿Qué tiene esto que ver con Eurovisión? Todo. Eurovisión es música, es música vinculada y vinculadora entre numerosos países, todos ellos con raíces comunes más allá incluso del homo antecessor, es un punto de encuentro entre esos países y esas personas.

          Habría mucho que decir y analizar sobre cómo se han ido desarrollando a lo largo del tiempo y desde su origen las votaciones y como no, quien y en qué circunstancias ha ganado el concurso.

          Es bien cierto aquello de que el pueblo soberano se equivoca muchas veces soberanamente, y no es necesario recurrir al manido recurso del nazismo para justificarlo, pero también es bien cierto que los jurados profesionales han demostrado, y no hay más que ver nuestros últimos resultados en este concurso, que sus gustos y/o ideas sobre lo que tiene que ser un festival de este tipo son totalmente discordantes con el sentir popular.

          Pero lo que es indiscutible es que los jurados, tanto los profesionales como los populares, han demostrado una fuerte vinculación política a la hora de emitir su voto y lo han hecho porque aunque todos nos cansemos de decir que esto no es política sino música, el hombre es como todos sabemos un “Zoon Politikón” y yo que cuando me conviene soy muy aristotélica, lo aplico a pies juntillas. Es inevitable que nuestras connotaciones personales y nuestros gustos se dejen sentir en nuestras elecciones. Lo que sería imperdonable es que estas estuviesen parcializadas o coaccionadas por otras influencias externas ajenas a nuestro propio devenir.

          No quiero hacer una crítica del resto de participantes, nunca he considerado que para ensalzar lo propio sea necesario denigrar lo ajeno y siempre he creído que alardear de grandes victorias frente a enemigos pequeños al que más empequeñece es siempre al vencedor. Pero si creo que da que pensar, de verdad, el hecho de que un jurado profesional considere que un reggaeton es mejor opción para representar a España en Eurovisión, (sé muy bien que es un ritmo respetado y valorado por muchas personas y que cada vez existen más españoles de origen latino americano que tienen el mismo derecho que el resto a ser representados en este festival y no es mi intención hacer un juicio de valor sobre eso), que una canción fuerte, con una puesta en escena que sencillamente no es más de lo mismo, ni siquiera entre los representantes de su mismo género musical, cuyo único delito es estar interpretada, mayoritariamente, en una lengua cooficial y no en inglés. Y no puedo dejar de preguntarme si ese mismo jurado profesional habría valorado en el mismo nivel una canción de flamenco, que insisto, para mí, analfabeta musical, es exactamente igual solo que está mucho mejor considerado, publicitado y españolizado.

          No voy a cebarme con el tema ganador, pero si me siento libre de decir que no me gusta, ni el tipo de música, ni la letra, sin que eso suponga por mi parte un juicio de valor hacia su interprete, al revés, me parece que le hace un triste favor y es todo un desperdicio vocal en una cantante con una calidad musical muy superior a la que le permite demostrar este trabajo. Creo firmemente que todas las mujeres tienen derecho a ser lo que ellas elijan siempre que su elección sea libre, las haga felices y no haga daño a nadie, lo mismo me da que quieran ser científicas, futbolistas, amas de casa o mujeres objeto. Que quieran ser valoradas por su cerebro, por sus habilidades deportivas, por sus tetas, o por todo ello a la vez. Porque creo que en eso consiste el feminismo, en respetar a cada uno, una y une que se nos cruce en el camino sin connotaciones de ningún tipo, vamos, lo que se dice “sin fronteiras”.

          Pero si me voy a permitir juzgar al jurado porque en cualquier pequeño concurso, por trivial que sea, en el que participa un jurado, este da la cara y no solo para sentarse delante de la cámara, justifica sus decisiones y sus razones y las fundamenta frente al público, que a veces las comparte e incluso cambia de opinión si las entiende y otras, sencillamente no.

          Este jurado ha sido muy cobarde, ha tirado la piedra y escondido la mano, porque no quiere hacerlo de otro modo, o porque no le dejan, por falta de tiempo, de interés o de lo que sea; quién sabe, incluso igual por ir sobrados del mismo. Pero es indiscutible que así ha sido y que este hecho ha dejado sembrada en gran parte del público la duda razonable de su propia integridad y de la de la organización que les ha elegido; y lo que es peor, ha puesto a la interprete a los pies de los caballos al permitir que formen parte del mismo personas vinculadas a su desarrollo profesional.

          Lo cierto es que Terra ha llegado a ser una de las favoritas porque tiene un ritmo arcaico, compuesto desde elementos ancestrales, profundamente vinculados a la tierra y enraizados en lo más profundo de los seres humanos. Se te mueven los pies solos en cuanto empieza a sonar seas de donde seas y camines hacia donde camines y cuenta con una puesta en escena tremendamente visual y que poco o nada tiene que ver con lo de todos los días a todas las horas. Lo mismo sucede con Rigoberta Bandini, toca un tema universal, las madres y la maternidad, capaz de ser entendido y sentido por un amplio porcentaje de humanidad y quizá por eso, más allá de las connotaciones políticas que inevitablemente las acompañaron en todo el proceso, despertaron ese gran interés mediático y popular.

          Y por eso aunque yo no suelo votar en este tipo de concursos, entre otras cosas porque me parece una pérdida de tiempo y de dinero y he llegado a pensar que el jurado jugaba a dar menos puntos a los favoritos para que el programa llenase más la saca con las llamaditas de rigor; he de confesar que esta vez voté, me lo pensé mucho, muchísimo… pero luego de hacer mis cuentas se me ocurrió que si a diario me dejo estafar por mi banco, las eléctricas y un largo etcétera de timos más o menos oficializados bien podía darme el gusto de gastar tres euros en darle mi apoyo moral a quien considero que lo merece, aunque quizá no… quién sabe lo que se esconde detrás de todo esto de verdad.

          Y aquí lo dejo, porque sinceramente a mi lo que de verdad me pone es pensar que pueda existir una “Calle de la Llorería” donde las plañideras aficionadas y profundamente entregadas como yo, puedan acudir a cualquier hora del día o de la noche a llorar sin conocimiento, sin límite, sin causa y sin razón. Sin principio ni final.

          Voy a ir encendiendo google maps.


Publicado por Farela


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