“¡¡¡Estoy herido!!!” Gritó. Pero nadie escuchaba.
“¡¡¡Estoy herido!!!”
Volvió a gritar, pero solo respondieron el silencio y un maremágnum de ruidos
disarmónicos.
“¡¡¡Sigo herido!!!”
Volvió a gritar mientras sentía que la vida se le escapaba de entre las manos.
Se puso en pie y dio unos pocos pasos titubeantes. Miró a su alrededor y solo
encontró un sinfín de miradas exigentes y acusadoras.
“¿Cómo te has atrevido
a dejar que te hirieran?” Parecían gritar en sus oídos, aunque de sus labios no
salía sonido alguno.
Lo intentó una vez
más. ¡Juro que lo intentó con toda su alma! Pero volvió a desvanecerse al poco
rato. Quieto, hecho un frágil ovillo en el suelo, sonrió un instante mientras
las últimas gotas de sangre huían a borbotones por las heridas de su alma profundamente
desgarrada. “Heridas anfractuosas” dirían las voces que ya lo amortajan. “Imposibles
de suturar” repetirían desde el pedestal de la ciencia más rigurosa. Ahora es feliz.
Plegado sobre sí mismo, muerto a un mundo hostil y extraño. Implosionando al reencuentro
de su yo interior, mecido tan solo por la música metálica y sutil de un
universo en continua expansión. Partícula entre las partículas, polvo de
estrellas entre el polvo de mil estrellas más; dejando tras de sí la tenue
estela luminosa de la creación.
“¡¡¡Estuve herido!!!”
Aún gritó.
Publicado por Farela
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