Feliz día de Reyes a todos los pajes de buena voluntad.
Querida hija:
Si estás leyendo esto es porque
alguien te ha contado una mentira y te ha dicho que los Reyes Magos no existen.
Así que he decidido contarte la historia que cuenta toda la verdad.
Hace mucho, mucho tiempo, tres Sabios Magos de oriente que
se llamaban Melchor, Gaspar y Baltasar se enteraron de que había nacido el niño
Dios en la ciudad de Belén y quisieron ir a adorarlo y llevarle regalos.
Después de muchos días de viaje y de afrontar múltiples vicisitudes, llegaron junto a un pesebre donde, entre una mula
y un buey, encontraron a José, a María y al niño Jesús. Y se postraron ante Él y
le ofrecieron sus presentes. Le llevaron oro como Rey, incienso como Dios, y
Mirra como hombre.
Después de esquivar al rey
Herodes, para no tener que decirle donde había nacido Jesús, pues quería
matarlo, regresaron cada uno a su país de origen, llevando en su corazón la
alegría de haber podido ver y adorar al niño Dios. Pero lo que más recordaban y
lo que más les llenaba el espíritu de dicha y felicidad, era recordar la
alegría de aquel niño, en aquel pesebre, al ver los regalos. Su mirada feliz
llena de sorpresa y curiosidad, no solo al descubrir los ricos presentes que
ellos le habían llevado, sino también al desenvolver los humildes regalos con
que los pastorcillos y la gente humilde de Belén le habían obsequiado.
Tiempo después llegó hasta sus
oídos la matanza que el Rey Herodes había cometido sobre los niños de Belén y
lloraron de rabia por no haber sido más inteligentes y no habérseles ocurrido
alguna solución que hubiera impedido aquella tragedia.
Así que en parte por el deseo de
revivir la alegría de ver los ojos de los niños llenos de sorpresa y dicha al
abrir sus regalos, en parte con la esperanza de que todos los niños fueran
felices al menos un día al año y en parte por su pena y por el intento de
aplacar el dolor del recuerdo de aquellos niños que habían muerto en Belén,
decidieron que todos los años, en el aniversario de su visita al niño Jesús,
llevarían regalos a todos los chiquillos de sus respectivas regiones, para ver
la alegría y la sonrisa en el rostro de todos ellos, hasta en el de los más
humildes y pobres, al menos un día al año.
Año tras año cumplieron su
promesa y empleando todos sus recursos y fortunas, consiguieron que todos los
chavales recibieran regalos todos los aniversarios de esa noche, que poco a
poco, fue conocida por todo el pueblo como la noche de los Reyes Magos.
Pero el tiempo fue pasando y, aunque vivieron muchos años, los
Magos se fueron haciendo viejecitos y uno tras otro se fueron yendo al cielo
con el Niño Dios.
Y el primer año en que los tres
Magos ya habían muerto, el desconsuelo se extendió entre los niños y entre los
padres, que también habían sido niños, de todas aquellas regiones. Y no solo
por la muerte de unos hombres tan buenos, sabios y generosos, sino porque
creyeron que con su muerte se había acabado la tradición de que un día al año, niños
y mayores, se despertaban dichosos y con los ojos brillantes de sorpresa y de
felicidad para abrir los regalos que les habían dejado los Reyes.
Y fue entonces cuando a una niña
se le ocurrió que aquello no podía acabar así, que a los tres Magos no les
hubiera gustado que lo que ellos habían empezado se acabara por el pequeño
detalle de que ellos ya no estuvieran allí para llevar los regalos en persona.
Y pensó que sería lo que los Reyes les hubieran querido regalar a sus padres, a
sus hermanos y a sus amigos. Y decidió que si los Reyes ya no estaban allí para
llevar los regalos ellos mismos, ella lo haría en su nombre.
No tenía mucho dinero, ni muchos recursos, ni pajes ni camellos que le ayudaran, pero sentía que los tres Reyes Magos estaban en su corazón, que la miraban y le sonreían y que con su ayuda podría hacerlo. Y sin saber muy bien cómo, se las arregló para conseguir regalos para sus hermanitos, para sus papas y para todos sus amigos.
No tenía mucho dinero, ni muchos recursos, ni pajes ni camellos que le ayudaran, pero sentía que los tres Reyes Magos estaban en su corazón, que la miraban y le sonreían y que con su ayuda podría hacerlo. Y sin saber muy bien cómo, se las arregló para conseguir regalos para sus hermanitos, para sus papas y para todos sus amigos.
Y ¿sabes que pasó aquella primera
noche de Reyes en que los tres viejos Magos ya no pudieron llevar personalmente
los regalos a todos los niños de aquellos lejanos países? Pues lo que paso fue
que los tres Magos se habían metido, no solo en el corazón de aquella niña
inspirándola y ayudándola a conseguir regalos para su familia y amigos, sino
que también lo habían hecho en el corazón de todos los padres y las madres de
aquel país. Y al amanecer todos encontraron un montón de regalos en sus casas,
como ninguna noche de Reyes antes habían tenido.
Todo el mundo había conseguido
regalos para sus familiares, amigos y allegados, y todo el mundo estaba feliz
abriendo paquetes y recordando a los tres Magos que habían empezado hacía ya tantos
años aquella hermosa tradición.
Y todo el mundo decidió que
aquello tenía que repetirse todos los años, y que todos dejarían entrar en sus
corazones a los tres Reyes Magos para que, con su ayuda y aunque estuvieran en
el cielo, pudieran seguir consiguiendo y llevando regalos para todos los niños
y para todos los mayores, para que al menos una mañana al año, hasta los niños
más humildes, fueran felices gracias a la idea de tres ancianos Reyes Magos.
Aquella idea tan hermosa fue
extendiéndose por toda la tierra. Y aun hoy en día los tres Reyes Magos siguen
trayendo regalos a todos los niños del mundo por mediación de todas las buenas
personas que les dejan entrar en su corazón.
Así que no les creas a los tontos
que piensan que los Reyes Magos no existen, porque sí que existen y están en el
corazón de tus papás, de tus yayos, de tus abuelos, de tus padrinos, de tus
tíos, y en el de todas las buenas personas que les ayudan a traer sus regalos
como les ayudaban sus pajes. Así que deja que los Reyes Magos entren también en
tu corazón y como si fueras uno de sus pajes ayúdales a que tus amigos y
familiares reciban los regalos y sobre todo, el amor que los Reyes quieran
dejarles cada año.
Un beso de tus papas que te
quieren.
Publicado por Balder
Publicado por Balder
Qué bonito!
ResponderEliminarMuchas gracias.
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