domingo, 1 de enero de 2023

Otro año más

 

Y aquí se va un año más. Otro de esta peculiar década que nos está tocando vivir. Y que para no desentonar con sus predecesores ha intentado mantener el nivel dando la nota con acontecimientos extraordinarios, crisis y demás catástrofes mundiales.

Hasta tal punto están siendo anómalos y “peculiares” todos los años de esta década, que no me extrañaría que en el futuro a todo este periodo se le recuerde como “los locos años veinte”, pero por motivos bastante diferentes a los que llevaron a llamar de igual forma a los del siglo precedente.

Aún acababa de comenzar el año y, como teníamos pocas polémicas en liza, vino Novak Djokovic a ser vetado en el Open de Australia, para regocijo de provacunas y de antivacunas, que al personal le mete marcha la porfía y lo de hacer arder la redes.

Por su parte el Covid seguía a su bola con la sexta ola o con el decimotercer tsunami, que ya he perdido la cuenta, mientras Boris Johnson pretendía convencernos de que lo normal y habitual en las reuniones de trabajo de su gabinete era la fiesta y la barra libre de alcohol. Aunque viendo las aficiones de sus compatriotas en Magaluf, hasta igual es cierto y todo.

Y mientras en España nos dedicábamos a debatir sobre temas tan trascendentales como sí era mejor mandar a Eurovisión un reguetón en spanglish, un tema folk en gallego, o una versión cantada del cuadro de Delacroix, el océano nos dio un baño de realidad llevándose consigo a veintiún marineros, allá por Terranova.

Y cuando todos esperábamos que empezara una guerra en el oriente europeo, el conflicto estalló en Génova, llevándose por delante a la dirección del Partido Popular y facilitándole el ascenso a otro político gallego.

Pero en seguida sonaron tambores de guerra, de los de verdad. Tras dos meses de tensiones en aumento, Rusia decidió darse un paseo militar por Ucrania pensando que en cuatro días se zampaba con patatas y girasoles a las repúblicas rebeldes y al cómico Zelenski. Pero le salió el cochino mal capado y los ucranianos, con el apoyo de occidente que se apresuró a gritar aquello de “Rusia es culpable”, han resistido mucho más de lo que algunos hubiésemos imaginado. Aunque no sin sangre, dolor y lágrimas. Y dejándonos para el recuerdo y la vergüenza colectiva nombres como Bucha, Zaporiyia, Járkov o Mariúpol. Y aún a fecha de hoy ahí siguen, en plena francachela, sin tener visos de que el conflicto acabe, mientras siguen sufriendo los mismos de todas las guerras.

Con todo y como consecuencia de lo anterior descubrimos que se podía protestar, primero en Rusia y posteriormente en otras autocracias, llevando tan sólo un folio en blanco. Pero también que ese humilde gesto era motivo de detención y de represión.

Entretanto aquí tuvimos huelga de transportes, lo que unido a la inflación galopante, nos hizo vislumbrar, una vez más, el espectro del desabastecimiento.

En marzo los cielos se tiñeron de color naranja y muchos descubrieron otro fenómeno atmosférico, la calima.

Y no sé si volando sobre ella llegó desde Israel un programa espía, con nombre de caballo alado, que hizo saltar las alarmas y los móviles de toda suerte de políticos, incluido el del presidente del gobierno, los de varios miembros de su gabinete y los de unos cuantos líderes independentistas, sin que llegará a aclararse quien se quedó con toda esa información sensible.

Por congraciarnos con Marruecos, nuestro presidente del gobierno le dio la espalda y aún casi la puntilla al pueblo Saharaui, lo que levantó ampollas en Argelia. Y tan hábil estrategia diplomática logró que no mejorásemos significativamente las relaciones con los alauitas, pero que consiguiéramos perder la amistad y el gas argelino. Pero como quedamos los terceros en Eurovisión a quien le importaba lo que pasara en el Magreb.

Mientras, en los óscars, Will Smith le cruzó la cara a Chris Rock por meterse con la alopecia de su mujer, lo que generó más debates sobre la violencia que la guerra de Ucrania. Cosas de la ética mundial.

Y como teníamos pocos virus, la OMS lanzó una alerta por un brote de la Viruela del mono y, como no podía ser de otra forma, España fue uno de los países con más casos a nivel mundial.

En primavera Hollywood nos ofreció uno de esos melodramas de serie B que tanto les gustan a los “yanquis”, en el que pudimos ver como Johnny Deep y Amber Heard se acusaban mutuamente de toda clase de difamaciones, agresiones y abusos en un juicio televisado en el que no se privaron de sacar a la luz todos sus trapos sucios, incluidas sus adicciones a las drogas y al alcohol para regocijo de la prensa amarilla y de los morbosos.

En mayo en Uvalde, Texas, un individuo asesinó en una escuela a 21 personas e hirió a otras 17 antes de ser a abatido. Otro tiroteo más en el país donde cualquiera puede adquirir cualquier arma de fuego, por mortífera que sea. 

Y en Teruel se nos cayó y se quebró el Torico, al igual que se habían hecho añicos otros muchos mitos y esperanzas en los últimos años.

En junio, en el Afganistán ya golpeado por los talibanes y por el abandono mundial, un terremoto causaba más de 1000 muertos y más de 3000 heridos; y al mundo le dio lo mismo.

A finales del mismo mes, poco antes de que se celebrara la cumbre de la OTAN en Madrid, estalló en sangre, una vez más, la frontera de Melilla. El intentó de asalto de más de dos mil inmigrantes se saldó con entre 24 y 77 subsaharianos muertos, según las fuentes, además de otros 200 asaltantes, 140 gendarmes marroquíes y 50 españoles heridos, un ministro español cuestionado y los derechos humanos pisoteados, no sé si a un lado u otro de la frontera, o de los dos.

Entretanto volvió la ola de calor, o las olas, un año más, batiendo récords tanto en temperaturas como en duración. Y con el calor comenzó una sequía que se prolongó hasta final de año y que, amén de otras catástrofes medioambientales, acabó desecando Doñana. Porque por más que se empeñen los negacionistas, este ha sido el año más cálido del último siglo. Y no sólo a nivel climático.

Y volvió a arder media España. Parece mentira que nuestros próceres dirigentes se sigan asombrando de los incendios, como si les vinieran de nuevas y que siga pillándoles por sorpresa y con el culo al aire el que las tierras ardan en verano sin haber tomado las medidas preventivas oportunas y necesarias, ya no en cada verano, sino también en cada invierno, cuando son ellos los que tienen la capacidad, el poder y los medios para prevenirlos, para combatirlos y para minimizar al máximo los daños. El caso es que volvimos a ver las tierras arrasadas y los rostros cansados de los bomberos, de los agentes forestales y de los efectivos de la UME.

Y mientras pretendían convencernos de que la forma más eficaz de ahorrar energía era no llevar corbata, Nancy Pelosi visitó Taiwán, lo que disgustó sobremanera a los dirigentes de la República Popular China, que para manifestar su enfado, sus reivindicaciones sobre la isla y como demostración de fuerza realizaron unas maniobras militares con toda clase de efectivos y lanzamientos de misiles que aislaron temporalmente al estado insular y que nos volvió a hacer temer a todos por otro conflicto bélico mundial. Como si hubiera pocas guerras en activo.

En Agosto un fanático atentó contra Salman Rushdie, dejándolo gravemente herido. Desgraciadamente no ha sido la única vez en el año en que el fanatismo, organizado o espontaneo, nos ha enseñado su cara más violenta.

Y se nos fue Isabel II, que parecía eterna. Otro icono del siglo XX que nos ha dejado, (poco antes lo había hecho Gorbachov). Eso sí, demostrándonos que donde hay un funeral inglés que se quiten las bodas gitanas.

Y como había dimitido Boris Johnson por sus escándalos, los súbditos de su difunta y graciosa majestad tuvieron una crisis de primeros ministros en la que por momentos parecía que no iban a encontrar sustituto para el cargo.

Entretanto España ganaba el eurobasket en un torneo épico en el que nadie había apostado por ella.

Y luego tuvimos polémica sobre los colores que debían o no debían de tener elfos, sirenas y hasta jinetes de dragón. Porque claro, como todos los días nos cruzamos por la calle con sirenas y elfos, pues sabemos perfectamente el tono de color que deben de tener su pelo y la piel de sus orejas...

Pero una vez más el mundo nos dio un bofetón de realidad, esta vez en Corea del Sur, donde una avalancha humana en las celebraciones de Halloween acabó con la vida de 156 personas y dejó casi otros tantos heridos.

Y aunque los japoneses habían acabado con su primer ministro de forma violenta, en Brasil consiguieron sustituir a Bolsonaro por Lula en unas elecciones democráticas, aunque no exentas de polémica.

Entretanto en Irán falleció, tras ser detenida y posiblemente torturada, Mahsa Amini por el grave delito de llevar mal colocado el hiyab. Esto originó una sucesión de protestas y manifestaciones de miles de heroicas mujeres y de hombres valientes que se extendió por todo el mundo, eso sí, con una violenta represión que causó la muerte de más de 500 personas, la detención de más de 18000 e incluso la condena a muerte de varios activistas por la libertad y los derechos humanos. Al menos las protestas han conseguido, de momento, que se suprima la policía de la moral que detuvo a Mahsa Amini.

Y vimos a niñatos vandalizando obras de arte, desde los girasoles de Van Gogh a las Majas de Goya, pasando por la Joven de la Perla de Vermeer, para supuestamente protestar contra el cambio climático. Porque claro, atentar contra las obras que hacen a nuestro mundo más hermoso hará recapacitar a los que contaminan... En fin, que hay más tontos que botellines.

En España se aprobaba la ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, (la del sólo sí es sí), y lo que iba a ser un azote para los violadores ha permitido que muchos de ellos vieran reducidas sus condenas. Pero la culpa es de los jueces, en fin... 

Mientras Elon Musk compraba Twiter, supuestamente para “darle libertad al pájaro”, aunque de entrada a los que dio libertad” fue a la mitad de su plantilla, incluida la directiva, mandándolos al paro

Y tras que los chinos dejaran caer, de forma incontrolada, parte de su cohete larga marcha, arriesgándose a que causará daños y víctimas, se produjo otro acontecimiento científico espacial que puede llegar a convertirse en uno de los más importantes de los próximos años. Y que fue el lanzamiento de la misión Artemisa que aspira a volver a enviar a seres humanos a la Luna, a mantener allí la presencia humana de forma permanente y a que, en las próximas décadas, sea la base de lanzamiento de otras misiones espaciales, incluido el envío de humanos a Marte.

Y aquí en la Tierra la población mundial alcanzó el número de 8000 millones de seres humanos.

En noviembre llegó el mundial de la polémica. Polémica por su dudosa concesión, por el cambio de fechas para su celebración, por las denuncias de abusos laborales y muertes de trabajadores y por su falta de respeto a los derechos de las mujeres, de los homosexuales y a los derechos humanos en general. Independientemente de los resultados deportivos y del encumbramiento de Messi al Olimpo futbolístico, por todos los atentados contra los derechos humanos y por la falta de valentía de los participantes y de la FIFA por no atreverse a denunciar los atentados contra los derechos humanos o por no atreverse a solicitar la liberación del futbolista Iraní Amir Nasr-Azadani, condenado a muerte en su país por protestar por la muerte de Mahsa Amini, algunos lo recordaremos como el mundial de la vergüenza. Y como no podía ser de otra forma, de fin de fiesta, hemos tenido el Qatargate y la detención de diferentes personas incluida una vicepresidenta europea por sobornos y pagos irregulares.

Entretanto pudimos ver como en China se producían protestas contra la política de Covid-cero y por la libertad, demostrando que la ideología en el país asiático no es tan homogénea como pretenden hacernos creer. Pero como consecuencia de las mismas y del subsiguiente cambio de la política en China con respecto al coronavirus, nos arriesgamos a una nueva ola mundial.

Casi al mismo tiempo asistimos a dos intentos de golpe de estado, por fortuna desbaratados, en Alemania y en Perú, confirmándonos que la libertad es muy frágil si no nos preocupamos en defenderla y en luchar por ella día a día.

Por si fuera poco salió a la luz que la Comisión Europea acusa al Deutsche Bank y al Rabobank de haber manipulado los mercados europeos de deuda pública entre 2005 y 2016, periodo que abarca la crisis del euro y durante el que la Unión Europea tuvo que rescatar a Grecia, Irlanda, Portugal, España y Chipre. Con lo que serían responsables, al menos en parte, de la inflación y de la crisis. Y de aquellos polvos estos lodos.

En diciembre los profesionales sanitarios se echaron a la calle en Madrid y amenazan con hacerlo en media España, luchando por mantener en pie una sanidad pública que hace aguas tanto por la desidia de los gestores como por el agotamiento del explotado personal, que ya no da para más.

Y se retiraron de los escenarios el Tricicle y Joan Manuel Serrat haciendo que el mundo se me antoje un poco más triste si cabe.

Y ya estamos aquí, al final del año, que para despedirse y como fin de fiesta, además de las habituales tormentas parlamentarias, está vez con la excusa de las rebajas penales en los delitos de sedición y de corrupción y por las funciones y la renovación del tribunal constitucional, ha decidido hacerlo con borrascas de nombre bíblico que han inundado instalaciones y dañado nuestras ya deterioradas infraestructuras.

Y mientras en Norteamérica una ola de frío ártico nos ha hecho recordar la edad del hielo y las glaciaciones, los talibanes congelaban las escasas esperanzas de las afganas prohibiéndoles el acceso a la universidad y a cualquier tipo de enseñanza superior.

Menos mal que en este mes de diciembre hemos tenido un atisbo de esperanza en forma de rayo de energía estelar, pues parece que la Fusión Fría puede llegar a ser una realidad. Y si las pruebas siguen dando los resultados esperados podría significar el final de la crisis energética por generaciones, al disponer de una energía limpia, barata y casi ilimitada.

Lo cierto es que a pesar de ello el futuro sigue sin ser demasiado halagüeño. La crisis y la inflación siguen viento en popa, los rusos siguen empecinados en Ucrania y amenazándonos al resto con fuegos de artificio radioactivos, el Coronavirus sigue a su marcha, ola tras ola y variante tras variante, siguen habiendo conflictos sociales en el horizonte y las cifras de inmigrantes muertos en el Mediterráneo, de mujeres maltratadas y asesinadas, de víctimas en las carreteras y de menores fallecidos por hambre o por falta de recursos sanitarios siguen aumentando día a día. Tal parece que el año ha decidido despedirse en su línea, sin bajar el nivel.

Pero quien sabe, igual ese rayo de esperanza estelar sea el anuncio de una pequeña, cálida, aunque aún lejana luz al final del túnel. Ojalá.


Publicado por Balder.

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