domingo, 24 de enero de 2021

Las manos de la Yaya Sabina

 

          A veces las manos simulan mariposas de alas abiertas en un vuelo constante en busca de luz. Pero esas manos, de piel aun tersa y elástica a pesar del paso de los años, pueden resultar engañosas. Si las miras con detenimiento puedes descubrir en ellas, en sus surcos y colores, en los matices casi transparentes que dibujan sus venas, el trazado misterioso de toda una vida de ser la luz que aporta alas, color y fuerza a miles de mariposas.

          Se despertaron demasiado pronto a la vida adulta, dibujaban travesuras de niña inquieta sobre envoltorios de mazapán viajero que corría a esconderse en los bolsillos de alguna desdichada abuela, se unían en plegarias silenciosas para que la purga no fuera efectiva y se persignaban sumisas ante Mosén Donato para implorar la absolución por caer en la tentación del hambre golosa de un pequeño ratón de membrillo. Endurecidas en el agua helada del río Manubles, en la ropa clareada en sus orillas y en los mil baldes acarreados de camino a casa y parte imprescindible en la reconstrucción de un hogar profundamente herido por la guerra. Añorantes para siempre de las caricias del padre, que le robaron sin llegar a conocerlo lo suficiente para poder atesorar en la memoria el aroma dulce de sus caricias. Sembradoras infatigables de los cimientos de su hogar.

          Manos sigilosas, silenciosas, ajenas al ruido del resto de su vida,  dulces y tiernas para cuidar las mil flores de su jardín de tierra y piel, de sueños y vida.

        Las Manos de la Yaya Sabina.  Mariposas de luz y luz que ilumina el camino de otras mil mariposas.



Publicado por Farela

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