domingo, 11 de octubre de 2020

El Ebro guarda silencio.

 

Este año no hay Fiestas del Pilar. No son las únicas que se han suspendido o aplazado sine díe esperando tiempos mejores. Así ha sucedido con la mayoría de las fiestas patronales en casi toda España. Y ahí se han quedado las Fallas, las Cruces de Mayo, San Isidro, San Prudencio, la romería de la Virgen de la Cabeza… Y por supuesto la Semana Santa.

Todas se han quedado por el camino, esperando que mejore o que desaparezca la pandemia de este funesto 2020.

Pero es que las Fiestas del Pilar son las fiestas de mi infancia. Las de mis primeros recuerdos. Y por eso su ausencia me entristece un poco más si cabe que otras faltas.

Así que este año la plaza del Pilar se me antoja más vacía, más triste y más otoñal que nunca.

Porque este año no saldrán las rondas, ni los pasacalles, ni las comparsas de gigantes y cabezudos, y los chicos no cantarán “al Berrugón le picaron los mosquitos…” mientras huyen de ellos entre risas.

Este año no discutirán el Ayuntamiento con las Peñas por los espacios ni por las carpas.

Y no habrá degustación de productos típicos ni feria de artesanía en la Plaza de los Sitios. Ni reirán los niños en el teatro de títeres y cachiporra.

Este año no habrá conciertos multitudinarios en el Paseo Independencia, ni pequeñas actuaciones de bandas en la Plaza Santa Cruz.

Y no habrá fuegos sobre el Ebro, ni jotas en la Plaza del Pilar.

Este año en fin, no habrá en Zaragoza el ambiente jubiloso ni el bullicio de otros años, y las calles no se abarrotarán de gente, ni de autóctonos, ni de foranos.

Y este año ni las flores ni los trajes regionales inundarán el paseo Independencia, ni la Plaza España, ni el Coso, ni San Vicente de Paul, ni la calle Alfonso camino del Pilar. Y la Virgen se quedará sin su manto nuevo confeccionado con las ilusiones, con las tradiciones, con las esperanzas, con las peticiones, con las oraciones y con las flores de un pueblo. De un pueblo que estos días, como el Ebro, discurrirá en silencio al pasar ante el Pilar.

Porque, este año especialmente, el Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar, la Virgen no está dormida, que junto a sus hijos va.

El Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar, por respeto a los que sufren. Este año toca aguardar.


Publicado por Balder

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