Una vez más, al llegar el mes de agosto, me ha tocado ejercer de jefe en funciones. Es lo que
tiene el hacerte mayor y que otros más validos que tú se hayan jubilado o estén
de vacaciones. Es lo que hay.
Pero después
de mi experiencia del año pasado, y que ya os comenté en este blog, estaba un
poco preocupado por volver a sugestionarme con las lecturas o con las series
que estuviese viendo en ese momento, y que eso hiciese peligrar mi pobre salud
mental, que ya anda la pobre algo destartalada con los acontecimientos de este
funesto 2020. Así que se me ocurrió que como “si no puedes vencerlos, únete a
ellos”, que mejor cosa que decidir yo mismo el tema de autosugestión, y de
esa forma utilizarlo para hacer más llevadero el trabajo.
Ya al principio de la pandemia y del confinamiento, como estaba volviendo a ver “Juego de tronos”, intenté encontrar paralelismos entra la serie y la cotidianidad diaria, para buscar un cierto grado de apoyo mental. Pero la verdad es que los resultados no fueron muy positivos. Porque claro, lo más fácil fue identificarnos a los sanitarios con la guardia de la noche, por lo de ser el vigilante del muro y el escudo que defiende los reinos de los hombres y todo eso. Pero claro, cuando empiezas a ver a los pacientes como los Salvajes que asaltan el muro y las consultas, una y otra vez, cuando en las guardias piensas aquello de que “la noche es oscura y alberga horrores”, y sobre todo, cuando cada vez que bajas a dirección, se te antoja que vas camino de Desembarco del Rey, y te sientes más inseguro y en más peligro que un Stark en las tierras del sur, que ya sabemos cómo acabaron casi todos los que hacia allí se dirigieron, pues que te entra un cierto grado de acongojo. Y entre una cosa y otra como que no te sientes muy bien.
Así que cuando
me quedé de nuevo de jefe me puse a ver, una vez más, Star Trek, la serie original,
e intenté emular al señor Spock cuando el capitán Kirk ha dejado la nave para
alguna peligrosa misión y él se ha tenido que quedar vigilando el puente. Supuse
que utilizar la lógica vulcaniana podría ayudarme a sobrellevar la dura tarea
del mando… Ingenuo de mí. No hay lógica que comprenda o aun que resista la
suerte de eventos que pueden surgir en un hospital en Agosto, y menos en medio
de una pandemia. Y ni mucho menos que llegue a comprender el comportamiento
humano. Y no es que me queje del aumento de trabajo, ni del menor número de
personal disponible, que es una cosa asumible y hasta previsible; o que siempre
surjan en agosto patologías especialmente raras y complicadas, que ya sabemos
la afición del señor Murphy y de sus leyes a dar por saco, y que como es de
todos conocido no hay tarea tan simple que no pueda salir mal, ni el que cuando
varias cosas pueden fallar, siempre lo hará la que cause un mayor perjuicio.
No, lo peor
no es todo eso. Lo que pasa es que el ser humano es capaz de sorprenderte una y
otra vez, y ninguna para bien. Y que hay situaciones que te rompen los esquemas
y la poca lógica vulcaniana que hayas podido acumular. Como que cuando te quedas
sin personal, por cuarentenas o por bajas, y no sabes muy bien cómo arreglártelas
para no tener que suspender ni consultas ni quirófanos, y en medio de la pandemia, ves que la noticia del
día y el problema fundamental del país, para todos los medios, es que hay señales
de tráfico que son machistas y que deben de ser cambiadas; O cuando a las
cuatro de la mañana te llega a las urgencias del hospital una mujer porque se
ha despertado preocupada porque no sabe si está embarazada y quiere que le
hagas un test de embarazo, en urgencias, en el hospital, que debe de ser que con la Covid-19 ya no disponen
de ellos en las farmacias porque los han sustituido por mascarillas
quirúrgicas; O cuando desde la central telefónica te dicen que no te pueden
poner con el 061 porque no saben el número, y te dan ganas de decirles que tú
tampoco te acuerdas del color del caballo blanco de Santiago, pero te muerdes
la lengua que callado estás más guapo; O cuando logras llamar a la Guardia
Civil desde el hospital, que lo de conseguirlo es otra historia, para que
acudan a solucionar un tema de los que les compete a la autoridad policial
correspondiente y desde admisión te llaman para decirte que hay dos señores de
verde y con pistola en la puerta y que si les dejan pasar o no, o que si dejan
pasar solo a uno, que no tienen pase ni son familiares de ningún paciente, y
eso que llevan mascarilla los dos; O cuando… en fin, para que seguir.
Y ante todas
esas cosas, y otras muchas parecidas, se te agota toda la lógica vulcaniana,
junto con toda la paciencia que alguna vez pudiste tener, y buscas por los
rincones la cámara oculta, porque todo eso tiene que ser una broma o un
programa de televisión. Pero sigues, porque no hay otra y es lo que hay.
Así que
finalmente y tras todo eso comprendes lo que realmente te ha influido y ha sido
tu fuente de sugestión en el trabajo en este último mes. Y cuando,
saliente de guardia, abandonas el recinto hospitalario para disfrutar de unas,
no sé si merecidas, pero sí que necesarias vacaciones, te vuelves hacia la
puerta del Hospital y para no desentonar con los acontecimientos vividos, dices
en voz no demasiado baja:
- “Y también
dos huevos duros…”
Publicado por Balder
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