jueves, 1 de octubre de 2020

Adiós Medicina de Familia, adiós.

 

A veces me resulta muy difícil escribir, ya sea porque soy una de esas personas que lo hace a impulsos de motivación, o porque a veces el impulso es tan intenso que sobrepasa con mucho mi capacidad de expresión.

Esta es una de esas veces.

Hace ya semanas que intento darle forma a lo que pienso, desde el principio de la pandemia, pero aun con mayor intensidad desde que comenzó la continua campaña de desprestigio de la Atención Primaria; bueno, en honor a la verdad  eso no es del todo cierto porque supondría haber estado intensamente indignada de modo continuo desde hace muchos, muchísimos años, desde antes incluso de nacer. Pero sí, al menos desde que esta campaña se recrudeció hace unos meses.

Yo creo que soy una persona profundamente autocrítica, así que no voy a cometer el error de decir que todo en la Atención Primaria es fantástico y que todos somos estupendísimos profesionales que nunca jamás nos equivocamos y que la culpa de todos nuestros males es responsabilidad única y exclusivamente de todos los demás.

Si bien es cierto que hace muchos años que desde distintos foros de Atención Primaria venimos alertando de la situación que se nos viene encima, también lo es que nuestra propia desidia ha contribuido en parte a la gran crisis que supimos anunciar pero que no tuvimos lo que se necesita para frenar a tiempo, quizá por desidia, nuestra y de las instituciones, quizá por cansancio crónico, quizá porque en el fondo manteníamos intacta la esperanza de que en algún momento la situación se tornaría tan insostenible que no habría más remedio que ponerle fin. Lo que nunca pudimos prever es que este fin nos llegaría impuesto en medio de una catástrofe sanitaria global.

Los médicos de familia caminamos siempre por el larguero, en un territorio de nadie del que se nutren muchos,  pero que como el cauce de un río se ha quedado vacío debido a la sequía, mostrándonos el desolador paisaje de sus cantos rodados y un complejo de seres vivos boqueando por sobrevivir mientras unos cuantos esforzados escupen desde las orillas intentando salvar lo insalvable, otros cuantos tiran cubos de agua, (a veces incluso salada), que lo único que consiguen es arrastrarnos a la muerte unos metros más abajo, y otros, afortunadamente los menos, arrojan piedras descomunales sobre los supervivientes intentando acabar cuanto antes con la agonía y con cualquier esperanza de un futuro mejor, y estos, tócate las narices, aun se atreven a disfrazar su actitud de piedad. Y como en toda catástrofe natural, proliferan los pirómanos, los morbosos que aplauden mientras todo esto se derrumba porque nunca han pensado en nosotros como en nada más que meras secretarias de sus designios desde las alturas y los jaleadores, que como en el circo romano, intentan transformar la Atención Primaria y el Hospital en gladiadores enfrentados para que a poder ser nos matemos entre nosotros mismos exculpando así a todos los demás. Juego en el  que yo, desde aquí y ahora, me niego a participar.

Siempre hemos sido una especialidad denostada, ignorados desde las propias facultades de medicina, los colegios profesionales, y como no, la población. No importa que nosotros también seamos ESPECIALISTAS (no existe una atención primaria y una atención especializada, existe una atención PRIMARIA y una atención HOSPITALARIA). Cajón de sastre donde acaban todos aquellos problemas a los que ya nadie sabe qué solución dar y depositarios de toda cuanta queja y culpa es capaz de generar este sistema sanitario incapaz y agotado. Una especialidad que nadie ha sabido hacer atractiva a los profesionales jóvenes (empezando por nosotros mismos) y que es la cantera de la que se nutren las Urgencias Hospitalarias, a las que sistemática y erróneamente se les ha denegado el derecho a su propia especialidad.

No voy a abundar más en lo que ya he dicho muchas veces, porque realmente esto que estamos viviendo es la crónica de una muerte, no por tantas veces anunciada, tan prontamente esperada. Lo que sí es a todas luces inesperado es la maldita puntilla que este gobierno, que tan solo es uno más entre la caterva de inútiles que ha jalonado la política sanitaria de este país, nos ha dado con su precioso y lucido Real Decreto Ley 29/2020, del 29 de septiembre.

Yo formo parte de esa generación maldita que inició sus estudios en los años 80, los que vivimos las interminables bolsas históricas, el coger Medicina de Familia porque no quedaba nada más y la creación de aquel MIR específico para Licenciados con posterioridad a 1995 que nos negó a muchos durante unos años el derecho de acceso a cientos de plazas de formación como Médico de Familia que deseábamos con todo nuestro corazón y se reservaron para compensar de alguna manera a los nuevos licenciados a los que la U.E. obligaba a tener una especialidad para poder acceder al sistema público de salud. Una obligación que este Real Decreto tira a la basura sin más, amparándose en que es una situación excepcional y todo vale, dando pie a la creación de la figura del R0, el médico que no ha conseguido acceder a una plaza de formación reglada pero que va a verse obligado a tirarse al monte para aprender a sopapos lo que otros compañeros aprenderán con un programa de formación adecuado pero que no cuenta con plazas suficientes para todos ellos, (y se lo digo yo que he vivido en mis carnes las dos situaciones como médico pre 95), y cuyo trabajo veremos como se valora con posterioridad para no perjudicar a los residentes que lleven a cabo dicha formación.  Como también vale una situación repetitiva, la de abrir las compuertas para que pase el agua de los cientos de licenciados de otros países (bienvenidos sean si traen toda su documentación en orden y poseen una especialidad), a los que espero que no se les homologuen los títulos estilo “me cago en tal”, como desafortunadamente ya hemos visto en otras ocasiones. Y de martillo por si les tiembla la mano al clavar la puntilla, tenemos el fantástico punto 2 donde dice que “cada comunidad autónoma podrá acordar que el PERSONAL DE ENFERMERÍA y médico especialista estatutario que preste su servicios en centros hospitalarios pase a prestar servicios en los centros de atención primaria de su área de influencia para realizar las FUNCIONES PROPIAS del personal MÉDICO DE ATENCIÓN PRIMARIA”

Así que visto lo visto, además de ser una burla para la jovencísima especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria, (por lo que se ve ellos sirven menos para entender la primaria que sus compañeros de hospital), me temo que esto es el final de la especialidad de Medicina de Familia, que se consiguió con mucha lucha, esfuerzo e ilusión por parte de miles de profesionales que conocían a la perfección el salto al vacío sin paracaídas. Se nutrió de personas que creímos en ella, y también de muchos descreídos que llegaron aquí porque no les quedó otra y acabaron enamorándose de todo cuanto significa y aporta si aprendes a amarla y ejercerla con lo que supone de esfuerzo por su profunda y desconocida complejidad.

Pero que nadie se equivoque, la dignidad no nos la confiere nuestra profesión ni por supuesto nuestra especialidad. Somos nosotros los que la llenamos de dignidad con nuestra actitud, nuestra lucha y nuestra entrega.  Y eso haremos. Igual somos los últimos de Filipinas y como a ellos, si hay supervivientes que resistan más allá de que el estado nos venda y nos entregue, los honores  llegarán de  parte de los enemigos antes que los “amigos”.  

Pero no dudéis, ni por un momento, de que si, Dios no lo quiera, hay un final llegaremos a él luchando por lo que creemos y con la  cabeza bien alta.

Queridos políticos desde estas nuestras Termópilas los MÉDICOS DE FAMILIA os saludamos: “¡AU! ¡AU! ¡AU!”

 

Publicado por Farela

1 comentario:

  1. Magnifica descripción de los profesionales que dignifican una especialidad esencial, básica, imprescindible para que nuestro denostado SNS responda con calidad y eficiencia a las necesidades de pacientes y ciudadanos.
    Me quedo con la frase de "somos nosotros los que la llenamos de dignidad con nuestra actitud, nuestra lucha y nuestra entrega"

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