domingo, 5 de abril de 2020

La vida


         

          Todos tenemos momentos de desesperanza, angustia, dolor... Una buena amiga escribió hace mucho tiempo, cuando, -como diría ella,- aun éramos jóvenes y bellas, una reflexión en la que se miraba a si misma desde fuera y leerla entonces abrió un pequeño abismo en mi interior. ¿Cómo podía una persona tan llena de energía sentir a veces un vacío tan desoladoramente sobrecogedor? Con el paso de los años me he dado cuenta de que así es la vida, no solo la suya sino también la mía, la nuestra, la de todos. Una escalera o un ascensor donde cada uno sobrevive como puede al peldaño que ocupa en cada momento. Ella intenta a pesar de todo hacerlo siempre con una sonrisa. Su relato o reflexión me hace sentir menos sola cuando al ascensor le toca bajar, porque me doy cuenta de que aunque cada uno de nosotros viaja en su propio espacio nos cruzamos continuamente mientras subimos y bajamos sin parar.
         No olvidéis saludar con una sonrisa a las personas que os cruzáis por las escaleras o en el ascensor de al lado, aunque no sepáis en qué dirección van. Vuestra sonrisa puede suponer un freno en la bajada y un empuje en la subida que nunca debéis de menospreciar. Por lo que pueda ser ahí va la mía, para todos.


Publicado por Farela.

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