domingo, 1 de septiembre de 2019

Españoles en la segunda guerra mundial


"La guerra es algo muy cómodo. Se le puede echar la culpa de todo”.
Juan Fernandez Soler. “Muerte de un ciclista”.
Juan Antonio Bardem. (1955).


Hoy se cumplen ochenta años del inicio de la Segunda Guerra Mundial. El mayor conflicto bélico que ha sufrido la humanidad, al menos hasta hoy. Y que tiene el dudoso honor de haber sido la contienda más mortífera de la historia, pues causó entre 50 y 70 millones de muertos, el 2,5% de la población mundial. Un conflicto especialmente infausto debido, además de a su esencia bélica, a los terribles acontecimientos que se sucedieron en él y que lo marcaron, como fueron la muerte masiva de civiles, los genocidios, los bombardeos intensivos sobre ciudades y el uso, por primera vez, de armas nucleares en una conflagración bélica.

España acababa de salir de su propia guerra civil. Una más, que en esta piel de toro, incluso desde antes de que vinieran a animarnos cartagineses y romanos, el auténtico deporte nacional siempre ha sido atizarle a los vecinos, por unas tierras, por unos ganados, por unas ideas, o simplemente porque estaban allí. Apenas habían pasado cinco meses del final oficial de nuestra contienda cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Pero para un puñado de españoles, (entre ciento cincuenta y doscientos cincuenta mil, según las fuentes), la guerra civil no fue más que el prólogo de esta otra guerra en la que también participaron o en la que se vieron envueltos.

España oficialmente fue no beligerante primero y posteriormente neutral. Pero esto no impidió que hubiera españoles que lucharan en uno u otro de los bandos, y en mayor o menor medida en prácticamente todos los frentes de guerra. Pero además hubo españoles que participaron en todas y cada una de las diferentes facetas que tuvo el conflicto, bien fuera por su propia decisión o por su mala suerte. Hasta el punto de que no hay casi ningún tema, ningún aspecto, ninguna parte de esta gran guerra, en la que no se encuentre algún español, o grupo de españoles, que participaran o aún que fueran un elemento importante y hasta decisivo.

Así hubo españoles “voluntarios” que trabajaron en las compañías militarizadas en Francia y en las fábricas de Alemania, e incluso los hubo ayudando a construir la "línea Maginot" primero, o el "muro del Atlántico" después; Los hubo en los campos de exterminio, (unos 12.000, de los que más de 5.000 morirían allí), y cuyo testimonio, así como las pruebas que aportaron, serían decisivos en los procesos de Núremberg; Y también los hubo espiando para uno u otro bando, o aún para los dos, con papeles claves en acontecimientos tan importantes como el desembarco de Normandía. Y por supuesto los hubo en los frentes bélicos, desde África a Rusia, y desde Normandía a Berlín; Luchando a favor del ejército alemán, en el frente del este, con la llamada División Azul, e incluso en las SS, y hasta formando parte de los últimos defensores del Reich, en la batalla de Berlín, en los últimos momentos de la guerra; O en el mar, abasteciendo o recabando información para los U-Boote alemanes; Pero también hubo españoles en el ejército de la Unión Soviética, defendiendo la Plaza Roja y el Kremlin de Moscú, en la guerrilla rusa hostigando la retaguardia del Eje en el frente del Este, y en Leningrado, enfrente de los soldados españoles que luchaban a favor de Hitler; Y los hubo en el ejército francés, tanto en la legión extranjera primero, como en la resistencia francesa después, o formando parte de las tropas de la Francia Libre, con las que combatieron al nacismo desde el norte de África hasta Alemania, y con las que participaron en la liberaron de Paris, conformando la famosa compañía "Nueve" de la división Leclerc, (los primeros vehículos que entraron en París fueron el "Guadalajara" y el "Teruel"); Los hubo también en el ejército británico; Y los hubo en campos de concentración soviéticos, donde, casualidades de la vida, coincidieron prisioneros de guerra de la División Azul, con españoles represaliados del Ejército Soviético. Los hubo en Filipinas, masacrados por las tropas japonesas y los hubo socorriendo a las víctimas de la explosión atómica de Hiroshima, o protegiendo y ocultando a judíos frente al intento de exterminio nazi; Y finalmente, pero no en menor número, los hubo que sufrieron el desplazamiento y el desarraigo de los refugiados.

Lo cierto es que, para no participar oficialmente en el conflicto, no nos escaqueamos de ningún trozo del pastel.

Y aunque hoy en día no sea políticamente correcto, o sea difícil de entender desde nuestra perspectiva y desde nuestro punto de vista actual, la mayoría de ellos lo hicieron por convicción y por decisión propia, por defender unas ideas en las que creían y por las que sentían que merecía la pena matar y morir. Aunque en la actualidad algunas de esas ideologías nos puedan parecer desfasadas, cuando no abyectas y deleznables.

Pero todos ellos, participaran en el evento de la guerra en el que participaran, sirvieran bajo la bandera del país que les tocara o que eligieran, o lucharan en el bando que fuera, todos tienen una cosa en común. Y es que todos fracasaron. Todos fueron olvidados, abandonados y decepcionados. Nunca recibieron ni la gratitud ni la atención que merecían de ningún estamento ni de ningún país, empezando por los diferentes gobiernos españoles que desde entonces han sido. Y si unos en un principio, y otros finalmente, recibieron algún tipo de reconocimiento, este siempre fue tardío, incompleto o deslucido, por no decir, en muchos casos, directamente pésimo. Cuando no se les intentó directamente arrinconar y olvidar, al considerar su presencia, y aun su existencia misma, molesta e incómoda para los diferentes elementos que ejercían el poder.

          Realmente, todos fueron derrotados.



Publicado por Balder

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