"La guerra es algo muy cómodo. Se le puede
echar la culpa de todo”.
Juan Fernandez Soler. “Muerte de un ciclista”.
Juan Antonio Bardem. (1955).
Publicado por Balder
Hoy se cumplen ochenta años del inicio de la
Segunda Guerra Mundial. El mayor conflicto bélico que ha sufrido la humanidad, al menos hasta hoy.
Y que tiene el dudoso honor de haber sido la contienda más mortífera de la
historia, pues causó entre 50 y 70 millones de muertos, el 2,5% de la población
mundial. Un conflicto especialmente infausto debido, además de a su esencia
bélica, a los terribles acontecimientos que se sucedieron en él y que lo
marcaron, como fueron la muerte masiva de civiles, los genocidios, los bombardeos intensivos sobre ciudades y el uso, por primera vez,
de armas nucleares en una conflagración bélica.
España acababa de salir de su propia guerra
civil. Una más, que en esta piel de toro, incluso desde antes de que vinieran a
animarnos cartagineses y romanos, el auténtico deporte nacional siempre ha sido
atizarle a los vecinos, por unas tierras, por unos ganados, por unas ideas, o
simplemente porque estaban allí. Apenas habían pasado cinco meses del final
oficial de nuestra contienda cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Pero
para un puñado de españoles, (entre ciento cincuenta y doscientos cincuenta mil, según
las fuentes), la guerra civil no fue más que el prólogo de esta otra guerra en
la que también participaron o en la que se vieron envueltos.
España oficialmente fue no beligerante primero y
posteriormente neutral. Pero esto no impidió que hubiera españoles que lucharan
en uno u otro de los bandos, y en mayor o menor medida en prácticamente todos los frentes
de guerra. Pero además hubo españoles que participaron en todas y cada una de las diferentes facetas que tuvo el conflicto, bien fuera por su propia decisión o por su mala suerte. Hasta el punto de que no hay casi ningún tema, ningún
aspecto, ninguna parte de esta gran guerra, en la que no se encuentre algún español,
o grupo de españoles, que participaran o aún que fueran un elemento importante y
hasta decisivo.
Así hubo españoles “voluntarios” que trabajaron
en las compañías militarizadas en Francia y en las fábricas de Alemania, e incluso los hubo ayudando a construir la "línea Maginot" primero, o el "muro del Atlántico" después;
Los
hubo en los campos de exterminio, (unos 12.000, de los que más de 5.000 morirían allí), y cuyo testimonio, así como las pruebas que aportaron, serían decisivos en los procesos de Núremberg; Y también los hubo espiando para uno u otro bando,
o aún para los dos, con papeles claves en acontecimientos tan importantes como el desembarco de Normandía. Y por supuesto los hubo en los frentes bélicos, desde
África a Rusia, y desde Normandía a Berlín; Luchando a favor del ejército
alemán, en el frente del este, con la llamada División Azul, e incluso en
las SS, y hasta formando parte de los últimos defensores del Reich, en la batalla de Berlín, en los últimos momentos de la guerra; O en el mar, abasteciendo o recabando información para los U-Boote alemanes; Pero también hubo españoles en
el ejército de la Unión Soviética, defendiendo la Plaza Roja y el Kremlin de Moscú, en la
guerrilla rusa hostigando la retaguardia del Eje en el frente del Este, y en Leningrado,
enfrente de los soldados españoles que luchaban a favor de Hitler; Y los hubo
en el ejército francés, tanto en la legión extranjera primero, como en la resistencia francesa después, o formando parte de las tropas de la Francia Libre, con las que combatieron al nacismo desde el norte de África hasta Alemania, y con las que participaron en la liberaron de Paris, conformando la famosa compañía "Nueve" de la división Leclerc, (los primeros vehículos que entraron en París fueron el "Guadalajara" y el "Teruel"); Los hubo también en el
ejército británico; Y los hubo en campos de concentración soviéticos,
donde, casualidades de la vida, coincidieron prisioneros de guerra de la
División Azul, con españoles represaliados del Ejército Soviético. Los hubo en
Filipinas, masacrados por las tropas japonesas y los hubo
socorriendo a las víctimas de la explosión atómica de Hiroshima, o
protegiendo y ocultando a judíos frente al intento de exterminio nazi; Y finalmente, pero no en menor número, los hubo que
sufrieron el desplazamiento y el desarraigo de los refugiados.
Lo cierto es que, para no participar oficialmente en el
conflicto, no nos escaqueamos de ningún trozo del pastel.
Y aunque hoy en día no sea políticamente
correcto, o sea difícil de entender desde nuestra perspectiva y desde nuestro punto de vista actual, la mayoría de ellos lo hicieron por convicción y por decisión
propia, por defender unas ideas en las que creían y por las que sentían que
merecía la pena matar y morir. Aunque en la actualidad algunas de esas
ideologías nos puedan parecer desfasadas, cuando no abyectas y deleznables.
Pero todos ellos, participaran en el evento de
la guerra en el que participaran, sirvieran bajo la bandera del país que les
tocara o que eligieran, o lucharan en el bando que fuera, todos tienen una cosa
en común. Y es que todos fracasaron. Todos fueron olvidados, abandonados y decepcionados. Nunca recibieron ni la gratitud ni la atención que merecían de
ningún estamento ni de ningún país, empezando por los diferentes gobiernos españoles
que desde entonces han sido. Y si unos en un principio, y otros finalmente, recibieron algún tipo de
reconocimiento, este siempre fue tardío, incompleto o deslucido, por no decir, en muchos casos, directamente pésimo. Cuando no se les intentó directamente arrinconar y olvidar, al considerar su presencia, y aun su existencia misma, molesta e incómoda para los diferentes elementos que ejercían el poder.
Realmente, todos fueron derrotados.
Realmente, todos fueron derrotados.
Publicado por Balder
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