domingo, 8 de septiembre de 2019

Ángel de la guarda

A veces transitamos por sendas oscuras donde acechan el miedo y la desesperación. A veces la noche oscura del alma también se asienta en el cuerpo y aunque quieres rezar para que el Ángel de la Guarda disipe las tinieblas, te da la sensación de que no sabes. Te aferras como a un clavo ardiendo a las palabras de Santa Teresa pero no aportan la paz que te regalaron otras miles de veces. ¡El dolor de los que amas es tan difícil de soportar!
Pero en los peores momentos, cuando cierras los ojos suplicando desvanecerte en el gélido aire que te rodea, descubres que pequeñas luces parpadean en medio de la nada. Destellos de esperanza construidos por las sonrisas y los brazos de tu familia, de tus amigos, de tus compañeros. La luz de la vida que se abre camino. El Ángel de la Guarda que vive escondido en todos y cada uno de ellos y no necesita que le reces, siempre está ahí, dispuesto a protegerte y cuidarte aunque tú no siempre le sepas o le quieras ver.
 
Ángel de la Guarda,
dulce compañía,
no me desampares ni de noche ni de día,
no me dejes sola,
que me perdería.


Publicado por Farela.

1 comentario:

  1. Hace mucho tiempo que descubrí que los Ángeles no tienen alas, amadísima prima. Tienes razón, los Ángeles de la guarda están en el nuestro interior y en el interior de quien nos ama, y están ahí cuando la oscuridad nos envuelve.

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