Deja que me quede aquí un poco más. Que se apaguen todas las luces menos la de la luna nueva y el tímido rescoldo que aún pervive en la lareira. Deja que me acurruque en tu viejo banco de madera y cubra mis hombros con la desgastada colcha china de la abuela. ¡No os vayáis todavía! Quedaos un poco más a mi lado, aunque sea desdibujados entre las sombras de este extraño duermevela. Dejad que os mire una última vez antes de que el despertar me venza. Dejad que me recree un poco más en vuestra piel morena, en el eco de vuestras risas sinceras, juguemos la penúltima barulleira mientras un tizón se apaga en la pota del café.
Huele a pan caliente, a bolla de maíz y queso fresco, a restos de aguardiente en desgastados vasos de cristal tallado. ¡No me quiero ir de aquí! Si abro los ojos os desvaneceréis. No volveremos a comer higos bañados de rocío al amanecer, no se levantará la partida cuando lleguemos con los zapatos en las manos, cansadas de tanto bailar...
Aún no puedo despedirme, aun no estoy preparada para dejaros marchar. Necesito quedarme y que os quedéis conmigo un poco más, un instante apenas hasta que ya todas las luces se apaguen y no me quede más remedio que despertar.
Publicado por Farela
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