“Yo no soy mala… Es que me han
dibujado así”. Jessica Rabbit
Esta es una de mis frases
favoritas. No sé la de veces que me habré excusado por mis mil errores
cotidianos amparándome en esta ya mítica frase del celuloide. La verdad que nos
viene al pelo para lanzar balones fuera y que la culpa caiga definitivamente
sobre la cabeza del dibujante.
Una de las grandes dudas que ha
atormentado, atormenta y atormentará a la humanidad es saber por qué el artista
nos ha dibujado así, por qué así, y por qué precisamente a mí.
La verdad es que el Señor, allá
arriba, sentado en su atril, nos pinta a cada uno con un trazo diferente, que
no es mejor ni peor, tan solo personal. A veces me lo imagino como un niño
grande, en una mesa enorme llena de múltiples elementos de dibujo y pintura y
abundante papel. De un modo aleatorio o perfectamente meditado elige el
material. A veces dibuja a lápiz,
escogiendo entre una extensa gama desde
el mítico y colegial STAEDTLER 2B de
nuestra homogénea infancia hasta el más
sofisticado Faber Castell; a unos nos
dibuja en blanco y negro y a otros en color, para este elige acuarelas y para
el de más allá cera, carboncillo, oleo o pastel… Y como sus designios son
inescrutables quién sabe por qué le ha tocado este o cualquier otro material.
También varía el trazo, a veces es firme, grueso o fino, en ocasiones de un
realismo apabullante y en otras simula apenas un boceto que no por ello deja
de ser tan hermoso o más que el dibujo concluido.
A veces, no sé porque motivo, el
dibujante parece que no encuentra con que pintar. Quizá algún Querubín travieso
le esconde los lápices y las pinturas, o puede que sea tan solo que la noche le
pilla desvelado dibujando y de pronto no ve bien en medio de la oscuridad.
Entonces, como es Omnipotente, no tiene más que extender un brazo hacia el
cielo para alcanzar la punta de una estrella, luminosa, brillante,
resplandeciente me atrevería a decir… y entonces el dibujo que traza con esa
punta de estrella se transforma en un ser humano excepcional. Un ser de Luz.
Es un privilegio cuando de
repente eres consciente de su resplandor. A veces no puedes apreciarlo porque
estas deslumbrado por otros oropeles que parecen poseer luz propia pero tan
solo emiten un falso brillo exterior, el reflejo de la luz que otros
desprenden; y en ocasiones simplemente no les prestabas la suficiente atención.
Pero de repente, cuando por cualquier motivo la oscuridad crece a nuestro
alrededor, podemos percibir con total y absoluta nitidez una luz de verdad, que
procede de su interior. Son esas personas que siempre te hacen sentir que el
mundo es un poco mejor, que cuando estás a su lado, estás en casa.
Todos tenemos un amigo, un
conocido, un compañero, un familiar, al que El Señor ha dibujado con la punta
de una estrella. Yo soy muy afortunada, tengo más de uno y más de dos… Gracias
por vuestra Luz que nunca se apaga
Publicado por Farela
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