domingo, 10 de febrero de 2019

Yo no soy mala… Es que me han dibujado así


          “Yo no soy mala… Es que me han dibujado así”. Jessica Rabbit
          Esta es una de mis frases favoritas. No sé la de veces que me habré excusado por mis mil errores cotidianos amparándome en esta ya mítica frase del celuloide. La verdad que nos viene al pelo para lanzar balones fuera y que la culpa caiga definitivamente sobre la cabeza del dibujante.
          Una de las grandes dudas que ha atormentado, atormenta y atormentará a la humanidad es saber por qué el artista nos ha dibujado así, por qué así, y por qué precisamente a mí.
          La verdad es que el Señor, allá arriba, sentado en su atril, nos pinta a cada uno con un trazo diferente, que no es mejor ni peor, tan solo personal. A veces me lo imagino como un niño grande, en una mesa enorme llena de múltiples elementos de dibujo y pintura y abundante papel. De un modo aleatorio o perfectamente meditado elige el material.  A veces dibuja a lápiz, escogiendo entre una extensa gama  desde el mítico y colegial STAEDTLER 2B de nuestra homogénea infancia hasta el más sofisticado Faber Castell; a unos nos dibuja en blanco y negro y a otros en color, para este elige acuarelas y para el de más allá cera, carboncillo, oleo o pastel… Y como sus designios son inescrutables quién sabe por qué le ha tocado este o cualquier otro material. También varía el trazo, a veces es firme, grueso o fino, en ocasiones de un realismo apabullante y en otras simula apenas un boceto que no por ello deja de ser tan hermoso o más que el dibujo concluido.
          A veces, no sé porque motivo, el dibujante parece que no encuentra con que pintar. Quizá algún Querubín travieso le esconde los lápices y las pinturas, o puede que sea tan solo que la noche le pilla desvelado dibujando y de pronto no ve bien en medio de la oscuridad. Entonces, como es Omnipotente, no tiene más que extender un brazo hacia el cielo para alcanzar la punta de una estrella, luminosa, brillante, resplandeciente me atrevería a decir… y entonces el dibujo que traza con esa punta de estrella se transforma en un ser humano excepcional. Un ser de Luz.
          Es un privilegio cuando de repente eres consciente de su resplandor. A veces no puedes apreciarlo porque estas deslumbrado por otros oropeles que parecen poseer luz propia pero tan solo emiten un falso brillo exterior, el reflejo de la luz que otros desprenden; y en ocasiones simplemente no les prestabas la suficiente atención. Pero de repente, cuando por cualquier motivo la oscuridad crece a nuestro alrededor, podemos percibir con total y absoluta nitidez una luz de verdad, que procede de su interior. Son esas personas que siempre te hacen sentir que el mundo es un poco mejor, que cuando estás a su lado, estás en casa.
          Todos tenemos un amigo, un conocido, un compañero, un familiar, al que El Señor ha dibujado con la punta de una estrella. Yo soy muy afortunada, tengo más de uno y más de dos… Gracias por vuestra Luz que nunca se apaga

 Publicado por Farela

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