domingo, 17 de febrero de 2019

El Final


Desde la estación espacial no se distinguían las fronteras ni los conflictos políticos. Ni tan siquiera se identificaban, a pesar de las leyendas urbanas, las grandes construcciones artificiales. La verdad es que desde la catástrofe apenas se veía nada de la superficie del planeta.
Ahora ya no importaban ni la crisis económica, ni los conflictos bélicos, ni las pueblerinas ansias independentistas locales, ni tan siquiera los fanáticos religiosos y sus atentados indiscriminados.
Ahora resultaba ridículo el tiempo y los esfuerzos perdidos en lo que hasta hace apenas unos meses parecían ser temas trascendentales.
Aquel meteorito y sus consecuencias posteriores habían acabado con todo. Con los conflictos, con los independentistas, con los integristas y hasta con la civilización misma.
Desde allí arriba, en la órbita, hacía días que no recibían ninguna señal de actividad inteligente en la superficie del planeta. Aunque algún crítico sarcástico habría dicho que antes de la catástrofe tampoco se distinguían signos de inteligencia. Pero es que ahora habían desaparecido hasta los indicios de la vida misma. Todo se había ido al traste con aquel impacto cósmico. ¿Cómo no se había podido predecir el cataclismo con el tiempo suficiente para poder impedirlo? Seguramente porque toda la población del planeta, empezando por sus líderes, habían estado demasiado ocupados en sus absurdas disputas locales, sin ser capaces de apreciar nada que estuviera fuera de su propio cascarón. ¿Y para qué? ¿Para morir ahítos de autocomplacencia en el culmen de su civilización?
Ahora la vida, que nunca se rendía, tendría que resurgir otra vez de entre las cenizas. Y quien sabe si algún día renacería una vez más la inteligencia. Quizá dentro de millones de años aparecería una civilización de insectos, o de roedores, o de vaya usted a saber que otra asquerosa especie para reemplazar a la nuestra.
Lo único cierto y seguro es que ya no volvería a haber una civilización de dinosaurios. Habíamos tenido nuestra oportunidad, y la habíamos dejado escapar entre nuestras garras.

Publicado por Balder

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