“¿Cuánto
tiempo necesitaremos para acomodarnos a nuestra soledad? ¿Desde dónde viajamos
a este vacío absoluto y absurdo que nos invade? Queríamos contestar a todas las
preguntas, encontrar todas las respuestas, y el mundo se nos desdibujó entre
las manos. Ni tú ni yo contábamos con esto, no creíamos en la posibilidad de un
barco que se hunde lentamente en un océano de desesperación. Pero sucedió, tú
te fuiste lejos y yo me fui alejando. Nos marchamos el uno del otro hasta
distancias incomprensibles, hasta paisajes que nunca habríamos sido capaces de
explorar juntos, ni siquiera el uno al lado del otro. Y un buen día amaneció y
de repente ya no estábamos aquí, ya nos habíamos ido del todo y ambos olvidamos
los caminos por los que regresar. El padre David diría que la vida lo quiso así
porque tenía otros lugares, comunes con otras personas, hacia los que
enviarnos, hacia los que guiar este viaje sin fin. Pero yo aún sigo
preguntándome si de verdad es así, o si quizá estos caminos divergentes
confluirán en un final inesperado para ti y para mí, para todos los demás.
No sé si aún me recuerdas, si algún amanecer
te sorprende pensando en mí, no sé qué ha sido de tu vida, por qué derroteros
se fue forjando tu destino. Yo, por absurdo que parezca, aun me sigo
preguntando qué lugar ocupo sin ti, cual es mi espacio en este mundo sin
espacios o con todos los espacios a mi disposición. Tengo la extraña sensación
de vagar perdido por un páramo donde algunas veces encuentro un sendero que
sigo por inercia hasta el punto donde de repente se termina y que no conduce a
ningún lugar, luego deambulo errante durante otro tiempo hasta que mis pies
tropiezan con una nueva senda que vuelvo a seguir, para revivir una y otra vez
esta peregrinación sin sentido; y no logro entender en qué momento ni cómo ni
por qué llegué aquí.
A veces me detengo un instante sobrecogido por
el olor intenso de un golpe de brisa que arranca del fondo de mi memoria el
recuerdo casi perdido de una casa de piedra sobre el mar, un cielo a veces
intensamente azul y a veces gris, una chimenea encendida, tu risa feliz bajo
las primeras gotas de lluvia; y del mismo modo un poco cruel emerge el intenso
dolor de tu ausencia y pienso que deseo morir si nunca más vamos a
encontrarnos, porque al fin creo, creo y espero con todas mis fuerzas que nos
encontraremos al otro lado y que el cielo será un lugar tan maravilloso que
puedas amarnos a los dos y no pase nada.”
Publicado por Farela
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