domingo, 2 de septiembre de 2018

El gran día


La calle bullía repleta de disfraces absurdos. Enormes pelucas rubias y túnicas que simulaban ser de ladrillo eran los más frecuentes, pero ni con mucho los más disparatados. Y la gente que los llevaba se regodeaba en realizar los comportamientos más extravagantes. Eso sí, bajo un clima de alborozo y de dicha general.

Un visitante foráneo, en un primer vistazo, hubiera podido confundir aquella celebración con el carnaval, pero en seguida se habría dado cuenta de que aquí los disfraces rozaban el ridículo, y que las maneras eran más irracionales y más absurdas. Era como si toda la ciudad hubiera sido presa de un ataque de enajenación exultante de felicidad. Porque, a pesar de todos aquellos disparates, todos éramos tremendamente conscientes de lo que celebrábamos.

Apenas unos pocos decenios atrás la humanidad iba camino de la autodestrucción. El cambio climático amenazaba con destruir la ecología del planeta. Las luchas sin sentido entre los pueblos abocaban a millones de personas a la muerte, al hambre y al desarraigo. Y el egoísmo de unos y otros nos llevaban a escondernos en nuestras burbujas, sin darnos cuenta de que las desgracias de nuestros hermanos eran el preludio y la causa de las nuestras; que el hambre y las desigualdades traían las migraciones, el miedo, la muerte y el terror.

Pero hubo un revulsivo que nos hizo cambiar y que hizo modificar el derrotero que llevábamos. Y ese acicate había sido un hombre. Un hombre que por su estupidez, su locura y su egoísmo había estado a punto de lanzarnos a toda la humanidad al vórtice del desastre y de la destrucción. Merced a la locura de ese personaje el mundo había tomado conciencia de su propia demencia. Y el percatarse de las barbaridades que pretendía aquel individuo, y de la insensatez de sus pretensiones, supuso el estímulo que hizo reaccionar y cambiar, primero a sus compatriotas, y luego al resto de la humanidad. Y así, aquel hombre consiguió ser la vacuna contra el egoísmo y contra la autodestrucción. Y por eso festejamos, con este despliegue de alegría y de locura, el día en que fue elegido y que paradójicamente se convirtió en el primer día del despertar de la conciencia de la humanidad. Por eso celebrábamos el día de "Tramp".


Publicado por Balder

No hay comentarios:

Publicar un comentario