domingo, 4 de agosto de 2024

Lo que de verdad importa

  

Pasa a ser todo tan trivial cuando a alguien a quien quieres le diagnostican una enfermedad tan atroz...

Las noticias amargas de cada día, los enfrentamientos políticos, las cansinas quejas de los independentistas, los eventos deportivos, la estulticia tanto de nuestros dirigentes políticos como la de los miembros de la oposición, hasta los problemas laborales de cada día... Todo eso, y tantas otras cosas, adquieren su auténtica importancia en nuestras vidas, (más bien ninguna), ante la bofetada de realidad que nos acaba de atizar la vida en toda la cara con la mano abierta.

Y no puedes dejar de preguntarte que, si como decían los antiguos israelitas, las desgracias de los hijos son causadas por las faltas de los ancestros, ¿qué pecado tan atroz debieron de cometer nuestros padres para que nuestros hijos sufran de tan terrible forma?

Y ya no puedes, o no quieres, encontrar a ese Dios del amor entre tanto dolor generado, sentido o esperado, por la propia enfermedad, por los agresivos tratamientos o por la angustia acumulada. Y aunque sabes lo de los renglones torcidos, hoy se te antojan un auténtico nudo gordiano.

Porque nuestro diablo de la guarda, que nunca descansa, aunque a veces lo disimule, y que siempre está atento a cualquier muestra de debilidad, no deja de alimentar nuestros temores, nuestras zozobras y nuestras dudas para que nuestra mente no encuentre ni descanso, ni paz, ni esperanza.

Pero luego ves el esfuerzo, los afanes y las oraciones de tantas personas que se desvelan por ayudar, desde familiares y amigos a auténticos desconocidos. De tantas personas que tratan de contribuir a paliar el dolor, tanto el del cuerpo como el del alma, a buscar remedios y a tratar de curar la enfermedad y sientes, aunque no lo entiendas, que los renglones comienzan a desenredarse.

Y aunque lejos todavía de la fe de santa Teresa, ansias que llegue el día en que puedas decir, de corazón, como ella: “Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta”.


 Publicado por Balder

No hay comentarios:

Publicar un comentario