domingo, 11 de agosto de 2024

Cumpleaños

          Llegaste al mundo en medio de la incierta seguridad de lo que acontece a diario. Tan incierto y tan cotidiano como el hecho de no saber en qué día exactamente lo hiciste. Cada año tu cumpleaños se transformó más en una costumbre, un hábito transmitido de memoria en memoria, que en una certeza.

          Llegaste con esa inseguridad de quien no sabe cómo será su vida, su camino, con tan solo la certeza absoluta de que te espera un largo recorrido de lucha y una pátina de perpetua soledad. No eras única, no eras infrecuente, pero eras anómala en el acervo popular de quien desea clasificar a los demás en compartimentos estancos donde, lo bueno y lo malo, son tan solo percepciones individuales que a lo largo de los siglos han transformado en certezas los más fuertes, los vencedores, o cuando menos los que consideran que han vencido.

          No mereces este final de camino, como nadie lo merece, salvo el que por deseo propio prefiere vivir sin recordar. No mereces esta inquietud perpetua, el desasosiego de volver a los peores momentos, de revivir el miedo, la angustia y la soledad. Fuiste una luchadora, una jabata capaz de vencer lo que para ella había escrito el destino, a base de tesón y fuerza de voluntad. Fuiste alguien que amó profundamente y, aunque ya no lo recuerde, no ha dejado de amar. La vida, de ser justa, debería de haberte recompensado con una despedida dulce, un atardecer plácido en el que descansar por fin de este largo camino. Una mirada serena con la que despedirte plácidamente de los que más amas. Pero la vida no es justa, y esa niña que se sobrepuso a las zancadillas, a las comparaciones injustas y a las críticas, se apaga en medio de un incendio donde las chispas saltan en todas direcciones; sumida demasiadas veces en demasiados recuerdos dolorosos, en angustias y ansiedades revividas una y otra vez, como en un circuito cerrado malsano del que nosotros no podemos sacarte y del que tú no sabes cómo escapar.

          Me duele tu dolor, me duele el de tu nacimiento y el de tu vida. Me duele tu ausencia estando presente, pero me duele sobre todo la ausencia de mi presencia a tu lado y en tu memoria. Una ausencia que deja para siempre en mi alma, grabada a fuego, un pedacito de tu propia soledad, a la que yo también contribuí a mi manera, en la que yo también escribí con trazo firme sin ser siquiera consciente de que lo hacía.

          Te quiero y te querré siempre, y quizá por primera vez en mi vida te descubro y te comprendo ahora que ya te he perdido en gran medida. No sabremos nunca que día naciste, pero te prometo que mientras tenga memoria, nacerás todos y cada uno de los días de mi vida.


Publicado por Farela

No hay comentarios:

Publicar un comentario