“En lo alto vive, en lo alto mora; teje que teje, la tejedora”.
La húmeda alborada enhebró perlas de rocío en sus hilos, cual cuentas de cristal.
Los primeros rayos de sol se entretuvieron, enredados en la urdimbre recién tejida y en las gotas en ella engarzadas. Y, con el delicado tremor de los filamentos, estallaron en destellos de luz para que Aracne siga demostrando a la cruel Minerva que, a pesar de su injusto castigo, ella es, ahora y siempre, la mejor tejedora.
Publicado por Farela y Balder.
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