Las de Ambroa eran en mi
infancia, y creo que siguen siendo, María y Ramona. Están unidas a algunos de
los mejores recuerdos de mi niñez, incluidas las peleas y los codazos con mis
primas para tocarlas.
Siendo yo una médico jovenzuela
fui a sustituir a uno de los titulares de Monfero. Una mujer muy mayor a la que
atendí me reconoció como la bisnieta del sacristán de Ambroa. “Tú ves sendo a
neta do tío Juan Antonio de Abeal”, me dijo y luego me recordó una “leyenda”
que ya había oído muchas veces en mi infancia. “Cando era nena e viamos vir a
tormenta desde o monte de Cendá, a miña abuela decía - xa esta o sacristán de
Ambroa tocando e rezando: María, Ramona, vota a tronada pa Monfero toda-".
Lo cierto es que mi bisabuelo cumplía estrictamente con la tradición popular de subir al campanario y “repenicar á man” cuando arreciaba la tormenta. Lo que no me podría creer nunca es que un hombre de su temple pidiese enviar la tormenta a otro lugar distinto de donde vino.
Por su memoria. Que es la nuestra.
Publicado por Farela.
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