domingo, 9 de julio de 2023

Soledad de soledades

 

El camino que conduce al abismo y la soledad está empedrado con las palabras que nunca dijimos, con los gestos de agradecimiento que nunca hicimos, con las preguntas que dejamos flotando en el aire. La soledad absoluta es un monstruo que se alimenta de infinitas soledades ínfimas, de momentos en los que no hubo una mano amiga, una palabra afable, una sonrisa de aliento. Su soledad se construyó así, poco a poco, piedra a piedra y acabó por hundir el suelo falsamente empedrado bajo sus pies.

Algunas personas siempre se sienten solas, como piezas de un puzle incompleto en el que sin embargo no son capaces de encontrar su lugar. Piezas perfectas, sin una falla aparente, pero que para encajar necesitan encogerse, deformarse y forzar su entrada en un hueco que no es el suyo, en un espacio diseñado para otra persona y otro tiempo, en una cárcel de la que no encuentran la fuerza necesaria para huir y en la que permanecen a disgusto, destruyéndose, rompiendo una parte de si mismas que acaba dejándolas incompletas e incapaces para ocupar el lugar al que realmente estaban destinadas. Permanecen encogidas con una mezcla de miedo y esperanza, con un deseo inconfesable de que sea el propio puzle el que acabe expulsándolas abruptamente, temerosas del daño que acarree para otros la onda expansiva de su propia destrucción.

Hace tiempo que he aprendido a no forzarme para encajar, a no desear nada, a no esperar a nadie. Hace tiempo que he aprendido que la soledad es un lugar cálido y acogedor al que puedes dejar pasar a algún invitado, pero en el que nadie debe de quedarse para siempre. La soledad, tú soledad, es un lugar sagrado en el que te encuentras con la verdad desnuda, con los ojos sin filtros y las miradas sinceras que se esconden detrás de las sonrisas sociales y las palabras de compromiso. Donde los silencios se hacen más intensos y puedes distinguir con absoluta nitidez que el camino que seguías solo conduce al abismo. Que las palabras que no te dijeron, que los gestos de agradecimiento que esperabas, que las preguntas nunca formuladas eran un empedrado sobre la nada de las personas que te rodeaban. Entonces y sólo entonces comprendes que no eres una pieza, eres un puzle en ti mismo en el que puedes realizar infinitas combinaciones si eres lo suficientemente flexible y lo suficientemente lúcido para comprender que las miradas de los demás no importan, o importan tan solo lo justo y necesario.


Publicado por Farela

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