Pienso
que los acuíferos contaminados de purines empiezan a ser un verdadero problema.
Y que las leyes, que en teoría los protegen, en la práctica permiten su
destrucción, pues las cantidades vertidas causan contaminación (1). Es decir,
son excesivas en la proporción que sea: cantidad, periodicidad,
concentración... los técnicos lo saben y lo entienden, no yo. Hablo aquí de
ejemplos y situaciones de Aragón, que es la tierra que conozco bien. Pero me
temo que podremos encontrar ejemplos similares en cualquier rincón de España. Y
en más sitios.
En 2023, ya no estamos hablando de
tener que clorar las aguas de las granjas que beben los cerdos para que no
mueran de diarreas. O de no poder reabrir no sé bien qué balneario, porque las aguas...
ya no son inodoras ni agradables, su concentración de contaminantes las
invalida para uso mineromedicinal. Ya no vamos a hablar de eso en los próximos
años.
El agua en muchos sitios es una
obsesión ancestral. También en mi tierra. Este año veo llover en el Prepirineo
como cuando yo era crío en las zonas esteparias donde crecí. Reconozco estas nubes;
llegan vacías, vienen de la costa sin casi agua. Y aquí, sólo chispean un poco.
Se vaciaron en Játiva, en Peñíscola, incluso a veces haciendo daño.
¿Y si a partir de ahora llueve poco,
y mal? ¿Seguiremos considerando despreciables las pequeñas aguas, las aguas de
antes, humildes, escasas? ¿Las seguiremos manchando como si fuésemos
advenedizos, nuevos ricos? Hay una novela de Vázquez Figueroa cuya trama
principal habla de un piloto del Rally París-Dakar, que tira una lata de aceite
en un pozo del desierto, contaminando la única fuente de agua potable en muchos
kilómetros a la redonda. La historia no acaba bien ¿Estamos haciendo lo mismo con nuestros aljibes,
nuestros arroyos, antaño imprescindibles y ahora intubados, ocultados y
convertidos en cloacas? ¿Qué ha sido de nuestras balsas de ganado, de nuestras
fuentes? ¿De verdad va a dar igual que no haya puntos que permitan abrevar a la
fauna salvaje, o al ganado extensivo?
Quiero acordarme también de la Clamor
de Almacellas, pequeño arroyo que destruye el Cinca cuando aboca en él todos
los desechos de purines, nitratos, nitritos, fertilizantes e insecticidas producidos
en nuestras tierras y las de la vecina Catalunya, ¿Quién la depurará? ¿Quién la
siente suya? ¿Aun es de alguien? Nunca vi muy lógica la planificación y
construcción de un canal de aguas, fecales, bravas, a la altura de Fraga, hace
ya años. Cuando aún llovía. Construir una infraestructura de ocio antes que
plantearse la recuperación de la potabilidad y la limpieza de esas mismas
aguas. Daba igual. Íbamos en piragua. Buena metáfora de nuestra visión de la
naturaleza.
Esto de los nitritos procedentes de
los purines se está pareciendo a la historia del lindano de Sabiñánigo. O a la
del mercurio de Flix. Pues los ríos y los acuíferos no son de nadie. Es decir,
son de todos. Por eso se van a gastar unos 400 millones de euros de nadie, en
los próximos años, solo en sacar el lindano del Gállego. Dinero que no se
computó en su momento como gasto real a las fábricas químicas que lo producían.
Y la mercancía era más barata y competitiva. A costa de todos. O de nadie, ya
no lo sé.
Creo que si la sequía ha venido para
quedarse, o si los glaciares del Pirineo se funden del todo, con la
consiguiente disminución drástica de caudal en los ríos de los que bebemos,
nuestra percepción del agua cambiará. Pronto no será aceptable destruir un
acuífero, o un río con mercurio, purines o heces humanas.
Si esto va a ser así, cuanto antes
empujemos a los poderes públicos a cambiar las leyes, para que efectivamente
sean protectoras del agua que nos da la vida, más posibilidades tendremos de volvernos
viejos en esta dura tierra, regada gracias al sueño de la Luna de Joaquín
Costa.
José Luis Pérez Albiac
Notas. Bibliografía:
(1) https://www.eltiempo.es/noticias/estado-acuiferos-grave-espana
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