domingo, 4 de abril de 2021

Nazarenos


Todos habían sido alumnos de las escuelas de la Misión.

Les gustaba acudir allí desde niños, recorriendo los kilómetros de camino desde su aldea, junto a sus amigos, para aprender a leer, a escribir, a mejorar el cultivo de su tierra, o a curar y cuidar a sus vecinos.

Más tarde algunos consiguieron entrar en la universidad para completar sus estudios. Tenían el sueño y el ansia de aprender, de mejorar sus pueblos y de hacer crecer a su país.

Y entonces llegaron ellos. Algunos habían sido condiscípulos suyos en las escuelas de la Misión. Y los separaron del resto de alumnos porque eran “nazarenos”, o porque portaban una cruz al cuello, o porque no supieron recitar las Suras del Corán. Otros estudiantes se unieron voluntariamente al grupo de segregados, aunque inicialmente no hubieran sido identificados, por solidaridad con sus compañeros o porque no querían dejarlos solos.

Luego vinieron los machetes y las balas, y ciento cuarenta y siete ya no se levantaron nunca más. No pudieron ni completar sus estudios, ni ver cumplidos sus sueños. Y allí quedaron, tirados y abandonados junto a sus esperanzas, a sus ilusiones y a sus ansias de conocimiento. Tan solo por ser “nazarenos”, por ser cristianos.

Apenas les dedicaron un par de minutos en los telediarios. Apenas una reseña entre la crisis económica y el problema británico. Al fin y al cabo no vivían en una capital europea, ni eran turistas occidentales cazados en una playa o en un museo. Y además, su país ofertaba diariamente demasiadas noticias de muerte y de destrucción como para que la suya tuviera el empaque suficiente como para rellenar un titular. Habían muerto y ya estaba. Una ligera expresión de pena en el semblante del locutor y a continuar con la siguiente noticia.

Desde vuestro mundo desarrollado parece que su valor, su sacrificio y su muerte se perderán en el telediario como lágrimas en la lluvia. Pero tal vez no sea así. A pesar de todo el dolor, la sangre y la muerte, aún quedan personas que desafían a diario el terror y la barbarie. Aún quedan allí soñadores que trabajan por un mundo mejor. Aun quedamos nazarenos.


Publicado por Balder

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