Todos habían sido alumnos de las escuelas de la Misión.
Les gustaba acudir allí desde niños, recorriendo los kilómetros de camino desde su aldea, junto a sus amigos, para aprender a leer, a escribir, a mejorar el
cultivo de su tierra, o a curar y cuidar a sus vecinos.
Más tarde algunos consiguieron entrar en la universidad
para completar sus estudios. Tenían el sueño y el ansia de aprender, de mejorar
sus pueblos y de hacer crecer a su país.
Y entonces llegaron ellos. Algunos habían sido condiscípulos
suyos en las escuelas de la Misión. Y los separaron del resto de alumnos porque eran “nazarenos”,
o porque portaban una cruz al cuello, o porque no supieron recitar las Suras
del Corán. Otros estudiantes se unieron voluntariamente al grupo de segregados,
aunque inicialmente no hubieran sido identificados, por solidaridad con sus compañeros
o porque no querían dejarlos solos.
Luego vinieron los machetes y las balas, y ciento
cuarenta y siete ya no se levantaron nunca más. No pudieron ni completar sus
estudios, ni ver cumplidos sus sueños. Y allí quedaron, tirados y abandonados
junto a sus esperanzas, a sus ilusiones y a sus ansias de conocimiento. Tan
solo por ser “nazarenos”, por ser cristianos.
Apenas les dedicaron un par de minutos en los telediarios.
Apenas una reseña entre la crisis económica y el problema británico. Al fin y
al cabo no vivían en una capital europea, ni eran turistas occidentales cazados
en una playa o en un museo. Y además, su país ofertaba diariamente demasiadas
noticias de muerte y de destrucción como para que la suya tuviera el empaque
suficiente como para rellenar un titular. Habían muerto y ya estaba. Una ligera
expresión de pena en el semblante del locutor y a continuar con la siguiente noticia.
Desde vuestro mundo desarrollado parece que su valor, su
sacrificio y su muerte se perderán en el telediario como lágrimas en la lluvia.
Pero tal vez no sea así. A pesar de todo el dolor, la sangre y la muerte, aún quedan
personas que desafían a diario el terror y la barbarie. Aún quedan allí
soñadores que trabajan por un mundo mejor. Aun quedamos nazarenos.
Publicado por Balder
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