Ya estoy hasta los mismísimos de tanta campaña de marketing maquillando las hazañas de los “rubios” súbditos de su “graciosa”. Y sobre todo cuando para vender su “libro” se dedican a denigrar, a vilipendiar, y a ocultar realidades o a transmutarlas en falsedades sobre el nuestro. Y no, no me refiero esta vez a su difusión de la leyenda negra española, que sin que nuestra historia “oscura” sea para tirar cohetes, no es tan negra como la pintan, sobre todo cuando la comparamos con las miserias de los que nos van señalando con el dedo, ya sean estos gabachos de la France, arios holandeses, o los susodichos súbditos de la “Segunda”. Y no, tampoco voy a hablar de bulos sobre “armadas invencibles”, que nosotros tuvimos una, pero ellos tuvieron unas cuantas más, y si no que le pregunten al pirata Drake por Coruña, Lisboa o Canarias, o que le mienten Cartagena de Indias y Blas de Lezo a Vernon, o Santa Cruz de Tenerife al brazo incorrupto de Nelson. No, hoy no me voy a referir a esas etapas de la historia, sino a otra mucho más reciente y cercana al respetable. Hoy voy a hablar sobre “The Crown”, la serie.
Y
es que ya está bien. Ya está bien de presumir de los trapos sucios de su
familia real como si nosotros no pudiéramos sacar pecho por los de la nuestra.
Que en eso, como en tantas otras cosas, les damos veinte mil vueltas.
Porque
mucho presumir de asuntos de familia, de líos de faldas, de matrimonios rotos,
y hasta de escándalos políticos, cuando los suyos, comparados con los nuestros,
parecen las crónicas de la cantarina familia Trapp, la de sonrisas y lágrimas,
o las de los Brady, los de la tribu, de tan modositos como nos suenan.
Pero
cómo se atreven a presumir de escándalos que “podrían hacer temblar la
institución”, cuando nosotros llevamos con orgullo casi medio siglo de matrimonios
morganáticos, amantes seudoclandestinas, cuñados encarcelados, infantas en el
banquillo, yernos hospitalizados debido a “excesos del estímulo corporal”, o a
“ceses temporales de la convivencia”. Cómo van ellos a presumir de relaciones
incomodas entre los miembros de la Royal Family ante quienes tenemos pruebas
gráficas de fotografías no realizadas de abuelas, nueras y nietas a la salida
de una catedral. Cuándo van a encontrar unos insulsos como ellos a niños que
patean a sus primas en bodas, para luego dispararse en los pies en monterías.
De dónde van a sacar intentos de golpes de estado con tricornios o barretinas,
fracturas de cadera con elefantes, o renuncias a herencias envenenadas.
Y
sí, he de reconocer que ellos tienen grandes estadistas que poner sobre el
tapete. Como el premio nobel de Literatura Sir Winston Churchill, o la Dama de
Acero que en vez de desodorante usaba 3 en 1. Pero nosotros tenemos a
Egocéntricos superlativos fotografiados en las Azores, Machos Alfa expertos en
“Juego de Tronos”, Bambis transformados en tontos útiles, o Don Tancredos de
labia tan brillante que solo la entienden ellos mismos. Estadistas de tan alto
nivel que lo mismo tomaban “Perejil”, “con viento fuerte de levante”, que les descubrían el feminismo y
el “empoderamiento” a todas las generaciones de mujeres que haber han sido,
pobrecitas e ignorantes ellas, incluidas las del exilio, las de la posguerra o
las de la transición.
Vamos
y resumiendo, que si comparamos, no hay nivel.
Pero
si hasta los productores de la serie han reconocido que han tenido que
introducir algo de ficción entre los personajes para darle más salseo al
asunto. Mientras que en nuestro caso eso no solo no hubiera sido necesario,
sino que tendríamos que contratar a Pepe, Jordi y a Samanta de Master Chef,
para que aligeraran las salsas y no se nos hiciera pesado tanto condimento.
Y
es que incluso para fin de fiestas, y como está claro que el material del que
disponen es tan insulso como su comida, ahora intentan aliñar un poco los
postres de la serie a base de poner los dientes largos a la audiencia con
spoilers de las próximas temporadas en forma de entrevistas periodísticas a dos
de sus ex-miembros en las televisiones americanas. Y pretenden subir el nivel
que si hablando de racismo, que si de maltrato psicológico, que si de
manipulaciones... ¡Sandeces! A ver quién puede presumir de exilios dorados en
palacios de las mil y una noches en Abu Dabi, pomposas y ostentosas vacaciones
con inmunidad frente a la Covid incorporada, o lumis
de lujo que dicen que no hablan por miedo a que algún 007 español, transmutado
en agente de la TIA con gorra y parche en el ojo, las silencien definitivamente.
En
fin, que para que vamos a hablar. Que con un marketing la mitad de intenso que
el que ellos utilizan en su serie, nosotros teníamos material para taparles la
boca, no con siete, sino con hasta setenta veces siete temporadas. Será por
escándalos, vacunas y tiros en los pies.
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