domingo, 21 de junio de 2020

Una piedra en el zapato




          Yo no soy una buena persona. Nunca lo he sido ni lo he pretendido. Solo me levanto cada mañana intentando al menos no ser tampoco una mala persona. No creo que nunca le haya hecho daño a nadie queriendo y he intentado no hacerlo tampoco sin querer.
          Tampoco soy un buen médico, intento no salirme hacia abajo de esa franja ancha donde nos apelotonamos el gran montón que intenta hacerlo lo mejor que puede y seguir aprendiendo y mejorando cada día.
           Lo que seguro que no soy es soberbia. Es un defecto bastante infame que retrata muy bien a sus portadores. Los limita personal y profesionalmente porque no les permite ver en el horizonte ningún lugar hacia el que crecer y aprender.
          Quizá solo tenga otro don. Intento no ser maleducada aunque solo sea por respeto a lo que en mi casa se esforzaron por inculcarme desde la cuna. Respeto a mis mayores por el solo hecho de serlo, respeto a mis compañeros porque la cortesía genera más cortesía y relaja la tensión.
           Pero cada día me tropiezo con seres humanos con edad suficiente para tener unas cuantas lecciones aprendidas que siguen siendo adolescentes a medio criar. Y cada día tengo que hacer un ejercicio de introspección para no perder la perspectiva de quién soy. Para no perder los papeles y dejarme llevar por el monstruito fino de la ira que todos llevamos dormido en nuestro interior. Como además ya soy una señora mayor, semiculta e inteligente me equipararía a un abusón de patio de cole si me rebajo a aplicarles a todos los miserables con los que me cruzo las dos tortas verbales que andan buscando.
          Y hasta aquí mi ejercicio de introspección de hoy. La vida está llena de cosas maravillosas. Los pequeños guijarros que a veces nos entran en el zapato solo son eso, piedrecillas molestas que apartamos y olvidamos sin más. Eso sí, su utilidad es recordarnos lo bien que se camina sin ellos. Lo hermoso que es el día y todo cuanto nos rodea y lo bueno que vuelve a ser todo cuando la piedra ya no está.


Publicado por Farela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario