jueves, 23 de abril de 2020

San Jorge


Corría el mes de noviembre del año de nuestro Señor de 1096 cuando sucedió la batalla de Alcoraz.
Los aragoneses llevábamos dos años intentando tomar la ciudad de Wasqa, la de la muralla de las noventa y nueve torres, que pertenecía a la todopoderosa taifa mora de Saraqusta. Y las cosas no iban bien.
El intento había empezado dos años antes y con mal pie, pues el viejo rey Don Sancho Ramírez había muerto de un flechazo a los pies de las murallas apenas se inició el sitio. Su hijo Don Pedro, el joven rey, había reiniciado un asedio en condiciones en el mes de junio desde el castillo de Montearagón y, cuando parecía que la ciudad estaba al límite de su resistencia, los exploradores trajeron las malas nuevas. Y es que el mismísimo rey de la taifa, Al-Musta’in el segundo, al mando de un enorme ejército, reforzado incluso con tropas castellanas, se acercaba desde la capital del Ebro para romper el cerco.
Y allí, en el campo de Alcoraz, a las afueras de Wasqa, el día quince de aquel mes, se trabaron los dos ejércitos y comenzó la batalla. La cosa estaba muy reñida, y no se veía claro quien se llevaría los tres puntos del encuentro. Pero de pronto apareció en medio de la batalla un caballero sobre un caballo blanco que llevaba a su grupa a otro caballero alemán. Ambos portaban cruces rojas sobre el pecho y venían pertrechados para el combate.
El caballero desmontó al alemán y ambos, uno a pie y otro a caballo, arremetieron contra moros y castellanos y exaltaron el ánimo de los ya agotados aragoneses que, enardecidos, contraatacaron y lograron, la victoria de la batalla primero y unos días después la conquista de Wasqa, que desde entonces pasó a llamarse Huesca.
El caballero misterioso no resultó ser otro que San Jorge. Y lo del caballero alemán que lo acompañaba fue a resultas del afán guerrero y un tanto hiperactivo del santo, pues no contento con asistir a los cristianos en una batalla al día, aquella jornada lo hizo en dos. Y es que San Jorge acababa de ayudar a los cruzados en la batalla de Antioquía, y durante la misma asistió al caballero alemán que había sido desmontado y que estaba rodeado de enemigos. El Santo llegó hasta él y para socorrerlo lo montó a su grupa. Y cuando lo de Antioquía estuvo resuelto, San Jorge tuvo noticia de la necesidad de los aragoneses en los campos de Alcoraz, y en un decir Jesús cruzó el Mediterráneo y se plantó a las puertas de Huesca sin percatarse de que a su grupa aún llevaba al caballero alemán, (se ve que San Jorge siempre fue un poco despistado); el caso es que ambos caballeros, santo y alemán, reengancharon la lucha y tras destripar sirios en Antioquía, prosiguieron matando moros en Alcoraz.
Así que desde entonces, y por eso, los aragoneses tenemos por patrón a San Jorge. Y en tal día como hoy celebramos la fiesta de nuestra castigada tierra. Y como nuestro santo es un santo guerrero y especialista en acabar con dragones y fieras de toda clase y condición, esperemos que en estos días vuelva a socorrernos como antaño, y que nos eche una mano, o una lanza, o lo que sea y que nos ayude a acabar con este monstruo en forma de virus que hoy amenaza a los aragoneses y a toda la humanidad.




¡Por San Jorge Deus lo vol!


Publicado por Balder.

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