Corría el mes de
noviembre del año de nuestro Señor de 1096 cuando sucedió la batalla de
Alcoraz.
Los aragoneses
llevábamos dos años intentando tomar la ciudad de Wasqa, la de la muralla de
las noventa y nueve torres, que pertenecía a la todopoderosa taifa mora de
Saraqusta. Y las cosas no iban bien.
El intento había
empezado dos años antes y con mal pie, pues el viejo rey Don Sancho Ramírez
había muerto de un flechazo a los pies de las murallas apenas se inició el
sitio. Su hijo Don Pedro, el joven rey, había reiniciado un asedio en
condiciones en el mes de junio desde el castillo de Montearagón y, cuando
parecía que la ciudad estaba al límite de su resistencia, los exploradores
trajeron las malas nuevas. Y es que el mismísimo rey de la taifa, Al-Musta’in
el segundo, al mando de un enorme ejército, reforzado incluso con tropas castellanas,
se acercaba desde la capital del Ebro para romper el cerco.
Y allí, en el
campo de Alcoraz, a las afueras de Wasqa, el día quince de aquel mes, se
trabaron los dos ejércitos y comenzó la batalla. La cosa estaba muy reñida, y
no se veía claro quien se llevaría los tres puntos del encuentro. Pero de
pronto apareció en medio de la batalla un caballero sobre un caballo blanco que llevaba a su grupa a otro caballero alemán. Ambos portaban cruces rojas
sobre el pecho y venían pertrechados para el combate.
El caballero
desmontó al alemán y ambos, uno a pie y otro a caballo, arremetieron contra
moros y castellanos y exaltaron el ánimo de los ya agotados aragoneses que,
enardecidos, contraatacaron y lograron, la victoria de la batalla primero y
unos días después la conquista de Wasqa, que desde entonces pasó a llamarse
Huesca.
El caballero
misterioso no resultó ser otro que San Jorge. Y lo del caballero alemán que lo
acompañaba fue a resultas del afán guerrero y un tanto hiperactivo del santo,
pues no contento con asistir a los cristianos en una batalla al día, aquella
jornada lo hizo en dos. Y es que San Jorge acababa de ayudar a los cruzados en
la batalla de Antioquía, y durante la misma asistió al caballero alemán que
había sido desmontado y que estaba rodeado de enemigos. El Santo llegó hasta él
y para socorrerlo lo montó a su grupa. Y cuando lo de Antioquía estuvo
resuelto, San Jorge tuvo noticia de la necesidad de los aragoneses en los
campos de Alcoraz, y en un decir Jesús cruzó el Mediterráneo y se plantó a las
puertas de Huesca sin percatarse de que a su grupa aún llevaba al caballero
alemán, (se ve que San Jorge siempre fue un poco despistado); el caso es que
ambos caballeros, santo y alemán, reengancharon la lucha y tras destripar sirios
en Antioquía, prosiguieron matando moros en Alcoraz.
Así que desde
entonces, y por eso, los aragoneses tenemos por patrón a San Jorge. Y en tal
día como hoy celebramos la fiesta de nuestra castigada tierra. Y como nuestro
santo es un santo guerrero y especialista en acabar con dragones y fieras de
toda clase y condición, esperemos que en estos días vuelva a socorrernos como
antaño, y que nos eche una mano, o una lanza, o lo que sea y que nos ayude a
acabar con este monstruo en forma de virus que hoy amenaza a los aragoneses y a
toda la humanidad.
Publicado por Balder.
Thank you for the weariness Your information can help me a lot IOS news
ResponderEliminarThank you for your comment. I hope you enjoy.
Eliminar