Estimado
paciente:
Me
permito la libertad de dirigirme a usted desde este foro, porque quizá sea en
el momento actual el único al que usted y yo podemos dedicarle el tiempo
suficiente para una comunicación adecuada. Los dos sabemos muy bien que hace
mucho que en la consulta no podemos hablar como a ambos nos gustaría.
Le
ruego que me perdone la osadía de emular a Martín Luther King para decirle que
yo “hoy tengo un sueño” y la osadía aun mayor de compartirlo con usted ya que
desde mi humilde posición creo que puede ser también el suyo.
Hace
tiempo que nuestra relación no es lo que era. A menudo llega usted a la sala de
espera y no tiene ni un sitio en el que sentarse porque ya está llena, oigo sus
comentarios y los de los otros pacientes desde dentro de mi mal insonorizada
consulta, a medida que se van cansando de esperar, se preguntan a qué hora
tienen ustedes la cita, si este es su médico, si estará hoy el titular… Les
comprendo perfectamente, yo me lo pregunto también cada mañana, nada más
despertar, antes incluso de saltar de la cama, créame que cada día con
creciente desesperación.
En
mi sueño esto no sucede, en mi sueño me levanto dispuesta a encarar el día como
la persona afortunada que soy al ejercer una profesión libremente elegida y a
la que amo profundamente.
Me
gustaría tener una agenda adecuada para usted y para mí, con los huecos bien
repartidos y en la que poder dedicarle al menos diez minutos a cada persona.
Diez minutos son con frecuencia muy pocos, pero estoy segura de que serían
suficientes para que ambos pudiéramos saludarnos con cortesía, mirarnos a los
ojos y preguntarnos qué tal van las cosas, eso créame usted facilita mucho la
comunicación.
Sueño
que tengo tiempo suficiente para explorarle con calma, me gustaría que pudiese
desnudarse para auscultarle y no que como sucede muchas veces tenga que
ayudarle a subirse la ropa a trompicones para acabar con esto cuanto antes y no
desesperarme porque fuera, a la misma hora que usted, había citados dos o tres
pacientes más (ya sabe, su prima que hoy no tiene médico porque está enfermo o
de vacaciones o en un congreso y nos han repartido a los pacientes a los demás,
su vecina de arriba que ayer se cayó y no puede con el dolor de la piernas, y
ese señor que usted no conoce pero ha montado mucho follón- con razón- porque
este mes le han visto ya cinco médicos diferentes).
En
mi sueño le explico con calma y precisión lo que he encontrado en la exploración
y entre los dos decidimos la mejor manera de tratarlo y las pruebas que tenemos
que realizar.
Me
gustaría poder resolver sus dudas y ayudarle con sus miedos sin que se me note
en el gesto la angustia cada vez más frecuente que me asalta cuando una consulta
se prolonga unos minutos más.
Sueño
con poder poner a su disposición todo lo que he aprendido a hacer durante mis
años de formación, me gustaría que usted y los suyos visitasen el hospital lo
menos posible, que no tuvieran que formar parte de una lista de espera
interminable para quitarle un quiste que bien podría quitarle yo si dispusiese
en mi agenda de tiempo suficiente para ello, leer con calma las retinografías,
infiltrarle esa rodilla que tanto le duele, y muchas cosas más para las que
estoy capacitada porque el estado ha gastado una buena parte de su dinero, el
de los pacientes, en formarme, pero no está dispuesto en gastar absolutamente
nada en que esa formación sea productiva y no se vaya al garete. En la prensa,
y en eso tanto usted como yo tenemos que hacer análisis de conciencia, vende
mucho más un equipo recién adquirido de última generación, que un médico sin
lista de espera en AP, quizá porque por desgracia ya nos estamos acostumbrando
a que eso sea lo habitual. Y cuando no me quede más remedio que derivarlo al
hospital me encantaría tener un interlocutor accesible al que dirigirme entre
mis compañeros de especialidades hospitalarias, porque muchas veces, aunque
usted no lo sepa, dedico una parte de mi tiempo a localizar a algún compañero
bien predispuesto para que me asesore sobre este o aquel paciente que no pueden
esperar por una lista de espera que tanto él, como usted, como yo, sabemos
sobrecargada.
Me
gustaría sobremanera tener entre esos huecos alguno que me permitiese realizar
todas las funciones administrativas que requiere una consulta del modo
adecuado, actualizar sus informes, revisar su historial, realizar certificados
que casi siempre son urgentes y se hacen lo mejor que se puede, pero con la
sensación muchas veces de que no es lo mejor que se debe.
A
usted no dudo de que le gustaría que su médico pudiese estar bien formado y
formar a otros especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria del modo
adecuado, pero ahora mismo es un gusto que ambos compartimos pero no podemos
darnos, al menos como debería de ser, dentro del horario laboral. Cada instante
de tiempo que mis compañeros y yo dedicamos a estudiar se lo robamos a una
familia y unos amigos que nos necesitan tanto o más que los demás.
En
mi sueño puedo hacer intervención comunitaria, somos los profesionales de la
sanidad los que acudimos a centros sociales, colegios, asociaciones para educar
en temas de salud, porque créame si le digo que todos soñamos con un mundo
donde la educación para la salud no proceda de las redes sociales ni de las
tertulias de radio y televisión, sino de un sistema implicado con la promoción
de la salud y la prevención de la enfermedad.
Aunque
suene extraño yo sueño con volver a proporcionarle una asistencia primaria de
calidad, en la que aquel viejo médico de pueblo que sabía y hacía de todo, lo
hace hoy amparado por el estudio y la evidencia científica, pero con el mismo
entusiasmo y el mismo amor por los pacientes y la profesión, porque ambos me
gustan y los respeto y estoy dispuesta a preservar por encima de todo su salud
y su dignidad.
En
mi sueño, no existen personajes que dedican gran parte de su tiempo a denostar,
insultar, ningunear e incluso intentar minimizar mi función en el sistema
sanitario, llegando a proponer que una formación de calidad y que tanto costó
construir desaparezca; incluso desde dentro de los propios Colegios
Profesionales que tienen el deber ineludible de defendernos a usted y a mí.
Creo
de corazón que usted y yo merecemos que mi sueño se haga realidad. Pero para
eso ambos tenemos que poner de nuestra parte, y poner sobre todo unión y
determinación para que quienes deciden por nosotros desde las heladas cumbres
del poder escuchen lo que queremos, lo que necesitamos, lo que humilde pero
firmemente pedimos: UNA ATENCIÓN PRIMARIA DIGNA Y DE CALIDAD.
Atentamente
su Médico.
Publicado por Farela
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