domingo, 4 de agosto de 2019

Estimado paciente


Estimado paciente:

Me permito la libertad de dirigirme a usted desde este foro, porque quizá sea en el momento actual el único al que usted y yo podemos dedicarle el tiempo suficiente para una comunicación adecuada. Los dos sabemos muy bien que hace mucho que en la consulta no podemos hablar como a ambos nos gustaría.
Le ruego que me perdone la osadía de emular a Martín Luther King para decirle que yo “hoy tengo un sueño” y la osadía aun mayor de compartirlo con usted ya que desde mi humilde posición creo que puede ser también el suyo.
Hace tiempo que nuestra relación no es lo que era. A menudo llega usted a la sala de espera y no tiene ni un sitio en el que sentarse porque ya está llena, oigo sus comentarios y los de los otros pacientes desde dentro de mi mal insonorizada consulta, a medida que se van cansando de esperar, se preguntan a qué hora tienen ustedes la cita, si este es su médico, si estará hoy el titular… Les comprendo perfectamente, yo me lo pregunto también cada mañana, nada más despertar, antes incluso de saltar de la cama, créame que cada día con creciente desesperación.
En mi sueño esto no sucede, en mi sueño me levanto dispuesta a encarar el día como la persona afortunada que soy al ejercer una profesión libremente elegida y a la que amo profundamente.
Me gustaría tener una agenda adecuada para usted y para mí, con los huecos bien repartidos y en la que poder dedicarle al menos diez minutos a cada persona. Diez minutos son con frecuencia muy pocos, pero estoy segura de que serían suficientes para que ambos pudiéramos saludarnos con cortesía, mirarnos a los ojos y preguntarnos qué tal van las cosas, eso créame usted facilita mucho la comunicación.
Sueño que tengo tiempo suficiente para explorarle con calma, me gustaría que pudiese desnudarse para auscultarle y no que como sucede muchas veces tenga que ayudarle a subirse la ropa a trompicones para acabar con esto cuanto antes y no desesperarme porque fuera, a la misma hora que usted, había citados dos o tres pacientes más (ya sabe, su prima que hoy no tiene médico porque está enfermo o de vacaciones o en un congreso y nos han repartido a los pacientes a los demás, su vecina de arriba que ayer se cayó y no puede con el dolor de la piernas, y ese señor que usted no conoce pero ha montado mucho follón- con razón- porque este mes le han visto ya cinco médicos diferentes).
En mi sueño le explico con calma y precisión lo que he encontrado en la exploración y entre los dos decidimos la mejor manera de tratarlo y las pruebas que tenemos que realizar.
Me gustaría poder resolver sus dudas y ayudarle con sus miedos sin que se me note en el gesto la angustia cada vez más frecuente que me asalta cuando una consulta se prolonga unos minutos más.
Sueño con poder poner a su disposición todo lo que he aprendido a hacer durante mis años de formación, me gustaría que usted y los suyos visitasen el hospital lo menos posible, que no tuvieran que formar parte de una lista de espera interminable para quitarle un quiste que bien podría quitarle yo si dispusiese en mi agenda de tiempo suficiente para ello, leer con calma las retinografías, infiltrarle esa rodilla que tanto le duele, y muchas cosas más para las que estoy capacitada porque el estado ha gastado una buena parte de su dinero, el de los pacientes, en formarme, pero no está dispuesto en gastar absolutamente nada en que esa formación sea productiva y no se vaya al garete. En la prensa, y en eso tanto usted como yo tenemos que hacer análisis de conciencia, vende mucho más un equipo recién adquirido de última generación, que un médico sin lista de espera en AP, quizá porque por desgracia ya nos estamos acostumbrando a que eso sea lo habitual. Y cuando no me quede más remedio que derivarlo al hospital me encantaría tener un interlocutor accesible al que dirigirme entre mis compañeros de especialidades hospitalarias, porque muchas veces, aunque usted no lo sepa, dedico una parte de mi tiempo a localizar a algún compañero bien predispuesto para que me asesore sobre este o aquel paciente que no pueden esperar por una lista de espera que tanto él, como usted, como yo, sabemos sobrecargada.
Me gustaría sobremanera tener entre esos huecos alguno que me permitiese realizar todas las funciones administrativas que requiere una consulta del modo adecuado, actualizar sus informes, revisar su historial, realizar certificados que casi siempre son urgentes y se hacen lo mejor que se puede, pero con la sensación muchas veces de que no es lo mejor que se debe.
A usted no dudo de que le gustaría que su médico pudiese estar bien formado y formar a otros especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria del modo adecuado, pero ahora mismo es un gusto que ambos compartimos pero no podemos darnos, al menos como debería de ser, dentro del horario laboral. Cada instante de tiempo que mis compañeros y yo dedicamos a estudiar se lo robamos a una familia y unos amigos que nos necesitan tanto o más que los demás.
En mi sueño puedo hacer intervención comunitaria, somos los profesionales de la sanidad los que acudimos a centros sociales, colegios, asociaciones para educar en temas de salud, porque créame si le digo que todos soñamos con un mundo donde la educación para la salud no proceda de las redes sociales ni de las tertulias de radio y televisión, sino de un sistema implicado con la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad.
Aunque suene extraño yo sueño con volver a proporcionarle una asistencia primaria de calidad, en la que aquel viejo médico de pueblo que sabía y hacía de todo, lo hace hoy amparado por el estudio y la evidencia científica, pero con el mismo entusiasmo y el mismo amor por los pacientes y la profesión, porque ambos me gustan y los respeto y estoy dispuesta a preservar por encima de todo su salud y su dignidad.
En mi sueño, no existen personajes que dedican gran parte de su tiempo a denostar, insultar, ningunear e incluso intentar minimizar mi función en el sistema sanitario, llegando a proponer que una formación de calidad y que tanto costó construir desaparezca; incluso desde dentro de los propios Colegios Profesionales que tienen el deber ineludible de defendernos a usted y a mí.
Creo de corazón que usted y yo merecemos que mi sueño se haga realidad. Pero para eso ambos tenemos que poner de nuestra parte, y poner sobre todo unión y determinación para que quienes deciden por nosotros desde las heladas cumbres del poder escuchen lo que queremos, lo que necesitamos, lo que humilde pero firmemente pedimos: UNA ATENCIÓN PRIMARIA DIGNA Y DE CALIDAD.
Atentamente su Médico. 

Publicado por Farela





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