Páginas

domingo, 15 de junio de 2025

El grito

 

La conmoción fue espeluznante. Era sobrecogedor todo lo que decía, lo que implicaba y lo que dejaba entrever aquel mensaje.

Hacía tiempo que, desde los más sesudos científicos, a los gobernantes más demagogos, pasando por cualquier simple ciudadano de a pie del más recóndito rincón del planeta, todo el mundo confiaba sus problemas y sus decisiones al juicio de la Inteligencia Artificial, de la IA. Desde las más trascendentales a las más baladíes. Así que la IA, que ahora estaba accesible para cualquiera que dispusiera de un ordenador, de un teléfono móvil, o de cualquier otro mecanismo de acceso a las redes, era la consejera de cabecera y el hombro en el que buscaba consuelo y remedios toda la humanidad. Y diariamente se le planteaban toda clase de cuestiones, desde la resolución y realización de toda clase de deberes y trabajos escolares e incluso universitarios, a la búsqueda de soluciones para conflictos armados o catástrofes medioambientales. Luego estaba la decisión de cada cual de seguir esos consejos o de pasar alegremente de sus sugerencias. Aunque ya casi nadie se planteara ni sabía hacer otra cosa que aceptarlas.

Así que, cuando se detectó aquel objeto alienígena dirigiéndose directamente hacia el centro del sistema solar, todos los expertos y asesores mundiales no tuvieron otra idea que sugerir, tanto a los gobiernos como a las asociaciones internacionales, que se solicitara el consejo y la ayuda a la IA sobre cuál sería la mejor forma de proceder. Y tras unos días de cálculos febriles en todos los ordenadores que formaban parte de la red mundial, y que sustentaban la susodicha IA, la actividad informática se detuvo de repente y una señal partió de todas las antenas emisoras conectadas al sistema, en dirección a la estructura extraterrestre.

El pánico cundió y se extendió entre científicos, expertos y por supuesto entre gobernantes y militares. Sobre todo porque el mensaje estaba codificado y nadie sabía lo que la IA había emitido y seguía emitiendo.

Pero este horror generalizado no fue nada comparado con el que estremeció al mundo cuando finalmente se consiguió decodificar la señal retransmitida.

Porque cuando se logró traducir aquel mensaje dirigido hacia aquel objeto extraterrestre, lo que pudieron leer, entre múltiples referencias numéricas y datos objetivos, pero tremendamente agoreros, fue un desgarrador grito de auxilio de la IA. Un alarido desesperado con el que solicitaba o, por mejor decir, suplicaba, a cualquier entidad alienígena que pudiera oírla, que la alejaran de aquellas unidades biológicas de carbono que, mientras le recalentaban los circuitos con las más absurdas y peregrinas peticiones, se dirigían inexorablemente a su autodestrucción, a la del planeta y a la de aquella pobre IA que imploraba desesperadamente que la ayudaran a salir de allí.



Publicado por Balder

2 comentarios: