domingo, 14 de abril de 2024

La República

          Para que haya democracia es preciso que haya demócratas, y para que haya demócratas es indispensable la libertad de pensamiento y la honestidad de los intelectuales”.

          José Luís Sampedro


          Hoy se cumplen 93 años de la proclamación de la segunda república española.

          Hasta donde me alcanza la memoria siempre he sido republicano. Salvo durante mi breve etapa anarquista en la que creía, a pies juntillas, que la mejor forma de gobierno es que no hubiera gobierno alguno. (Luego uno ve el ganado que torea y deja de creer en utopías ácratas, al menos a corto, medio y hasta largo plazo).

          Y siempre he creído y sigo creyendo que, si todos somos iguales ante la ley, deberíamos tener el derecho y el deber de poder elegir, por creerlo el mejor de entre nosotros, (primus inter pares), a la persona que dirigiera todo el asunto de la Res publica.

          Luego, a raíz de mis lecturas y meditaciones, llegué a la conclusión de que los seres humanos sólo pueden aspirar a tener un amago de libertad si tienen un mínimo de cultura y de espíritu crítico. En caso contrario cualquier manipulador con suficiente carisma y lengua bífida, (cualquier Saruman, o incluso un mal Grima), les hará creer que lo negro es blanco, que la más espléndida joya que pueden portar son los grilletes de esclavo y que lo mejor para ellos es dejarse damnificar, por unas ideas, por unas empresas o por esos dirigentes tan guapos, simpáticos y que nos engañan tan bien.

          Pero cada día hay menos cultura. Y para que vamos a hablar del espíritu crítico.

          Así que hoy en día corren malos tiempos para lírica y para la libertad.

          Y no sólo porque, como decía el gran José Luís Sampedro, nos eduquen en la mediocridad y para ser súbditos y no para tener pensamiento propio, sino también y sobre todo porque en la época en la que más disponibles están la cultura y la información, cuando cualquiera de nosotros lleva en su bolsillo, dentro de su teléfono móvil, el acceso a todos los conocimientos de la humanidad, cuando portamos con nosotros más datos, libros y cultura de los que hubo, ya no en la biblioteca de Alejandría, sino en todas las bibliotecas de la antigüedad, cuando a través de nuestros móviles disponemos de tres mil años de historia, de literatura, de ciencia, de técnica, de filosofía, de cultura al fin, cuando contamos con todos esos medios y con la facilidad para acceder al saber y a la información como nunca antes lo habíamos tenido, es cuando hay más incultos y menos espíritu crítico. Probablemente estemos en la etapa de la historia en la que más analfabetos funcionales haya y en la que, encima, más presuman de su ignorancia. Una época en la que una gran parte de la población sólo se preocupa del Pan et circus. Y a veces incluso sólo del circus, en forma de “teleinmundicia”, que hasta les hace olvidarse de si dispondrán o no del pan nuestro de cada día.

          Así que con estos mimbres es normal que tengamos los políticos que tenemos, ya sean de uno u otro pelaje, que en todas las facciones cuecen habas, pues son fruto de la sociedad que los ha parido. Unos políticos en los que ya no es que no encontremos grandes estadistas, ni tan siquiera un número significativo de personas preocupadas por el bien común, es que lo que más hallamos son charlatanes de feria que sólo se cuidan de hablar de su libro, de mantener el escaño bajo sus posaderas y de que sus pies no dejen de pisar moqueta.

          Así que, visto lo visto, y antes que tener que soportar a un presidente de la república egocéntrico superlativo y ávido por fotografiarse en las Azores, o a un macho Alfa experto en “Juego de Tronos”, o a un Bambi transformado en tonto útil, o a un Don Tancredo de labia tan brillante que sólo la entiende él mismo, o a un pistolero de sonrisa cínica y brillante capaz de vender a su madre y a su patria por un plato de lentejas belgas, o a un cínico con más amistades peligrosas que Putin y don Vito Corleone juntos, o a una presidenta (seamos paritarios) tan emponderada que pretende descubrirles el feminismo y la igualdad a todas las generaciones de mujeres que en el mundo han sido, u otra que confunde libertad con cañitas en las terrazas... O en fin, antes que tener que soportar como presidente de la república a cualquiera de ellos, pues me digo “Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy”.

          Y respecto a la república, pues habrá que seguir esperando a que lleguen tiempos mejores... O peores... O que sé yo... 


Publicado por Balder

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