domingo, 21 de abril de 2024

Por qué escribimos I

          Nunca he escrito para otros. Escribo para no morir desangrada por las viejas heridas que no he conseguido restañar y que siempre se abren en los momentos más difíciles. Escribo para que la niña solitaria y enfermiza que sigue viviendo en mi interior mantenga intacto el espíritu de lucha y la sonrisa que tantas horas de lectura lograron asentar en su interior. Escribo por ella, por mí y por las personas a las que amo, para no dejarlas en la estacada, para no sumergirme en una vorágine de auto complacencia y abandono. Para no hundirme en el inmenso lodazal de la desesperación y olvidar para siempre que existen lugares comunes donde la felicidad es una realidad cotidiana. Escribo porque escribir me permite huir durante unos instantes del dolor y la desesperación, me permite desalojar de mi interior viejos fantasmas y reconciliarme conmigo misma y con las personas a las que en algún momento creí que nunca podría perdonar. Escribo porque necesito perdonarme a mi misma por no ser más fuerte, más entera,  más capaz; por huir para evitar las confrontaciones complicadas, por no soportar un minuto más de desesperación. Escribo porque sigo viva y necesito recordármelo cada día y a cada instante y porque durante el breve lapso de tiempo en el que logro ordenar las ideas que voy plasmando en el papel mi cerebro consigue ordenarse, recorrer un único camino y desoír todas esas voces lejanas, comunes y privadas, nuevas y antiguas que gritan a la vez desde todas partes reclamando mi atención. Escribo porque escribir me permite arrullarme a mi misma en un instante de silencio donde solo soy yo, sin falsos velos, sin pretensiones absurdas, sin miedos ni desesperación. Escribo porque escribir me mantiene cuerda, me regala un instante de absoluta lucidez donde no me da miedo mirarme a los ojos y descubrir mis fracturas y mis fortalezas interiores, mi fuerza y mi fragilidad.

          Comparto lo que escribo porque una vez alguien me dijo que hacerlo es como lanzar una botella con un mensaje al océano. No sabes donde aparecerá, no sabes si alguien la encontrará, ni que pensara del mensaje en su interior, pero cabe un atisbo de esperanza de que ese mensaje, por un instante haga sentir a alguien que no está solo, que el mundo permanece lleno de personas que sienten lo mismo que tú, que no sufres ni ríes solo por más que pueda parecerte que sí. Porque a veces salvar una vida, la propia o la de otros, depende de un mensaje en una botella, de ser capaz de lanzarla al mar o de ser capaz de recogerla en la orilla.


Publicado por Farela